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domingo, 10 de abril de 2016

LA DISCAPACIDAD EN EL CINE Y LA LITERATURA




            LA DISCAPACIDAD EN EL CINE Y LA LITERATURA




Dentro de la brevedad que supone un artículo de sección, nos gustaría dejar al menos un apunte  acerca de la significación (interpretación o recurso) de la figura del discapacitado en medios tan populares como la novela o el cine y dentro de estos apartados, una discapacidad que a través de estos cauces ha proyectado unas sombras góticas y traspasado su imagen a nuestra sociedad, dejando un efecto negativa que aún perdura.
Nos estamos refiriendo a la figura del “jorobado”, palabra injustamente “maldita” y que durante siglos  ha sido la causa del abandono y marginación de las personas con algún tipo de malformación (escoliosis, cifosis) en la columna vertebral.

En gran medida contribuyen- tanto el cine como la novela-  a esta situación de injusticia, ya que desde el primer momento se les  adjudica la categoría de monstruos deformes o siniestros asesinos, relegándoles a los oscuros pasadizos de su particular Castillo de Otranto, los recovecos de Notre Dame o ciudades subterráneas, apartados de la luz, la sociedad y siempre maquinando contra el género humano que representando el “rol” positivo, vencerá indefectiblemente a estos “siniestros personajes”.

Incluso cuando ambos géneros tocan el humor, se cargan las tintas sobre estos caracteres y el lector o espectador acaban riéndose de la grotesca figura  de Marty Feldman (“El Jovencito Frankenstein”) con su joroba unas veces a la derecha, otras  a la izquierda o pasando la lotería por la joroba, reducidos en esta ocasión a la categoría “amuletos de la suerte” y  en tantas y tantas películas, criados graciosos, con inteligencia que ponen al servicio del “amo” y son felices con la felicidad de los protagonistas. Ni siquiera  la literatura del Siglo de Oro escapó a esto recursos fáciles.

Demos gracias (salvando distancias) a Víctor Hugo (Notre Dame), Ramón del Valle Inclán (“Divinas Palabras”, “Luces de Bohemia”) y algunos otro por dejarnos contemplar la discapacidad en la literatura desde otros ángulos socialmente más justos.

Girando en torno a tres autores concretos que, al menos nos brinden una breve pincelada, en primera impresión nos tropezamos con tres autores, diferentes en el fondo y forma: Paul Feval, Víctor Hugo y el tándem Emilio Carrere- Edgar Neville

                                               PAUL FEVAL Y “EL JOROBADO” (ENRIQUE DE LAGARDERE)

En cierta medida, Paul Feval, autor de la novela “El Jorobado”, popularmente conocida como “Enrique de Lagardère”, hace algo de justicia la figura del “corcovado”. Así, el jorobado es un héroe justiciero que lucha por una causa noble: Enrique de Lagardère, hábil espadachín de la Francia del siglo XVI, adopta el disfraz de jorobado decrépito, sagaz y sigiloso como una sombra, con aire entre siniestro y desconcertante. Todo este montaje tiene como fin la venganza de la muerte de su amigo, el noble de Nevers y proteger a su hijo heredero. Con ese fin, el jorobado, urde intrigas palaciegas y, bajo el negro disfraz, que le pone a salvo de cualquier sospecha, lleva a cabo su particular “venganza” estilo “Conde de Montecristo”.

Llevada al cine en numerosas versiones (una de las populares la protagonizada por Jean Marais, mediados los años ’60), “El Jorobado” llegó a ser la novela de capa y espada más famosa de Paul Henry Corentin  Feval (Paul Feval), nacido en 1816 en la región  bretona de Redon . Después de algunos intentos fallidos para ejercer su carrera de derecho, Feval  desemboca plenamente en la actividad literaria en la novela por entregas (los grandes folletines), publicando en La Revue de Paris y Le Courrier Français, especializándose de capa y espada y terror (“El Jorobado”, “El Caballero Fortuna” o “La Ciudad Vampiro”.

El jorobado de Feval es un ser esquivo y siniestro, pero finalmente se convierte en un “héroe de libro”, sin joroba, algo así como el cuento del patito feo- el más feo puede ser el mas hermoso- falsa premisa, cuando para terminar bien la historia, nos vemos obligados a convertir al patito feo en un cisne, siempre partiendo de  cánones estéticos y morales predeterminados por una sociedad que confina al discapacitado al rincón de las tinieblas.

Cosas de la vida, Feval  muere en 1887, aquejado de hemiplejia, acogido por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios

                                             QUASIMODO Y ESMERALDA

La triste historia de Quasimodo, desde el momento de su aparición, en 1831, constituye un éxito inmediato. Posteriormente, el celuloide nos ha ido entregando incontables versiones de la más famosa novela de Víctor Hugo, considerado como el más importante escritor del romanticismo francés, si bien nos parece un género romántico bien cargado de tintes sociales, no solamente en Notre Dame de Paris sino también en “Les Miserables”, en la que Hugo aborda  de lleno el  problema de la injusticia social, siempre presente en su protagonista Jean Valjean, cuestión que le procuró ser incluido  en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia, ejerciendo entonces su labor inquisidora y defensora de “los valores morales”.

Así en Quasimodo, un jorobado deforme, Víctor Hugo conscientemente, le relega al único sitio en el que la sociedad de aquella época le permitía vivir: las laberínticas estancias y campanario de Notre- Dame.

Quasimodo ve pasar la vida desde  la gran torre, mientras el pueblo se aparta de su presencia. Enamorado de la gitana Esmeralda, muere con ella, después de una serie de episodios y terribles persecuciones que, en cierto modo no vienen  al caso a la hora de entender que Víctor Hugo presenta al “jorobado” como una persona de excelente corazón, enamorado y capaz de los mayores sacrificios, en un mundo que le margina y ataca.

En esta historia “el jorobado”, muere con su “fealdad” y su bondad, brillando por su sacrificio y afanes. Al mismo tiempo, Hugo retrata un momento de Francia y una situación de marginalidad que aún se daba en sus días.

Más tarde, el cine sería el encargado  de recargar las tintas de la deformidad de Quasimodo para aterrorizar a los espectadores, comenzando por una primera película muda, protagonizada por el actor Lon Chaney (apodado el “hombre de las mil caras” por su  maestría en el disfraz y la caracterización), convirtiendo a Quasimodo en el monstruo de barracón de feria que todos conocemos. Mas ¿es así en la novela de Víctor Hugo?. Una vez más recomendamos la lectura de la obra y olvidarnos de los “encuadres” de Hollywood.

 EMILIO CARRERE Y “LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS”.

Dando un quiebro a nuestra pequeña aportación, nos tropezamos  con la figura de Emilio Carrere (Madrid 1881-1947), escritor muy popular en su tiempo. Poeta, “bohemio”, actor aficionado y protagonista de un sinnúmero de aventuras galantes, hoy totalmente desconocido  y olvidado por todos a excepción de los expertos en escritores malditos y curiosos como el mismo Carrere, Pedro Luis de Gálvez o Alfonso Vidal y Planas.

Si, personalmente la obra de Carrere puede llegar a interesarnos por varios motivos, en lo referente a sus circunstancias vitales no lo podemos clasificar como “bohemio puro”, debido a su alto puesto en Correos madrileño y los estipendios que percibía por la publicación de sus novelas y cuentos.
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Conocido en todos los prostíbulos de Madrid, fue un gran conocedor de las miserias y los tiempos difíciles de la gran ciudad (ver su novela “La Cofradía de la Perra Chica”) haciendo desfilar por sus páginas una corte de vagabundos, sablistas y rateros, completado por una horda de escritores mediocres, aprovechados, faranduleros de medio pelo, rameras de baja estofa cantadas incansablemente por Carrere en sus poemas.

Carrere, como la sociedad de su tiempo, creía a pies juntillas que la prostitución era producto del vicio y la lujuria desenfrenada de estas mujeres, no viendo más allá una necesidad social y una miseria enorme.

No es extraño  que en su novela “La Torre de los Siete Jorobados”, Carrere nos introduzca en una Cofradía de Jorobados que habita en los subsuelos de Madrid, conspirando, asesinando y cometiendo toda clase de fechorías, asociándo sus tétricas joroba a los planes más malvados, en un clima de magia y esoterismo del más negro cariz, que trata de desentraña Basilio un hombre de mediana inteligencia, un inspector de policía y un estrafalario personaje, científico que vive en los laberínticos pasadizos de la ciudad sepultada de los jorobados.


Carrere trata a los jorobados de forma discriminatoria, simplista y grafica: joroba igual a maldad y crimen, aunque su pecado de injusticia no le corresponde en exclusiva. La Torre de los Siete Jorobados, publicada en 1924 y que fue un éxito inmediato, no pertenece a un solo autor. En ella también está presente la pluma de Jesús Aragón, escritor contratado por la editora para convertir en novela extensa un breve cuento de Carrere (“Un crimen inverosímil) , publicado en 1922 en La Novela Corta, y en un amasijo de cuartillas, sin orden ni concierto producto así mismo de  Carrere que, desordenado en muchos aspectos, llegaba a no cumplir con  sus compromisos editoriales, obligando al editor a contratar un “negro” para organizar y rehacer  la historia.
El cineasta Edgar Neville llevó a la pantalla en blanco y negro la historia de los jorobados con muchos más aciertos que fallos; película olvidada y que a pesar lo comentado encierro altos valores cinematográfico como una soberbia interpretación del Dr. Sabatini a cargo del actor Guillermo Marín, eficazmente secundado por Antonio Casal e Isabel de Pomés y unos extraordinarios decorados, éxito indudable para la época.

Indudablemente,  nos hacen llegar una imagen negativa, asociada a una discapacidad   siempre  perdida en el horror gótico y la soledad.




  
                                                       José Rabanal Santander

martes, 5 de abril de 2016

Noticias de un inglés en el Alemtejo. Viaje de George Borrow en 1835. Traducción comentada por José Rabanal









                                           NOTICIAS DE UN INGLÉS EN EL ALEMTEJO

                                                        Viaje de George Borrow  en 1835

                                  INTRODUCCIÓN


La finalidad del presente trabajo no es otra sino aproximar la figura de George Borrow, singular personaje que viajó por tierras de Portugal y España en 1835, dejándonos un valioso testimonio de las tierras fronterizas , no solamente en lo relativo al viaje , sino adentrándose en aspectos sociológicos, religiosos, geográficos o literarios.

Borrow, a nivel  popular, no es muy conocido en España. Sin embargo, sus obras han servido para documentar la mayoría de los estudios antropológicos  realizados en nuestro país, tomando como punto de referencia su profundo viaje por la península.

Cuando Borrow comienza su viaje en Portugal[1] y se adentra en  tierras Alentejanas y Extremeñas, observa minuciosamente cualquier detalle: Pueblos, paisajes, ventas, hosterías... al mismo tiempo, procura analizar el sentir y las circunstancias  de los habitantes de esta zona y, al final, casi siempre termina integrándose con las gentes que  encuentra,  aristócratas, campesinos o bandidos. 

Borrow es aventurero, pero con una sólida formación en las más diversas materias. Su estilo literario es claro, directo, objetivo y ameno: las palabras justas en la cantidad adecuada de  líneas .

“La Biblia en España” (The Bible in Spain), obra que vamos a seguir en este trabajo, dedica solamente algo más de dos capítulos a Portugal, concretamente al Alemtejo y a la frontera con Extremadura. Sin embargo, construye un estudio espléndido de la zona en los aspectos anteriormente citados.

“La Biblia en España” fue traducida por Manuel Azaña que la tenía en gran estima, considerándola una obra maestra.

Nosotros hemos utilizado el original inglés, en un intento de llegar directamente al pensamiento del autor, ejercicio de comunicación que ignoro si habremos conseguido.




EL VIAJERO


George Borrow nació en 1.803 en  East Dereham (Inglaterra). Debido a la profesión de su padre (militar), pasó su infancia en diversas localidades de Escocia, circunstancia que pudo influir  en su afición a los viajes y aventuras,  poseer una mente abierta  y un carácter decidido.

En el año 1.810, George Borrow conoció a un  gitano llamado Ambrosio Smith, personaje que marcaría la vida Borrow, jurándose amistad perpetua, asimilando de tal forma las costumbres gitanas que, en 1.818, encontramos a Borrow  en un campamento de gitanos,  aprendiendo, de manera perfecta la lengua romaní. Esa es otra de las facetas de Borrow,  pues se trata de una persona extraordinariamente dotada para los idiomas y llego a dominar galés, danés, hebreo, árabe, armenio, español, francés, manejándose bastante bien en francés y ruso y, por lo que se desprende de algunos pasajes de su obra, debería conocer algunas más que no alcanzamos a saber.

Sus lecturas preferidas indican  gusto por el nomadismo: “Gil Blas de Santillana”, de Lesage, “El Peregrino” de Bunyan y “Robinson Crusoe” de Daniel Defoe.

A la muerte de su padre, con 21 años y  la esperanza de publicar sus trabajos de traducción literaria, marcha a Londres. La realidad es hostil y sufre una profunda crisis espiritual; recurre a la ayuda de su amigo Ambrosio Smith y marcha  a vivir con los gitanos, poniendo herraduras a los caballos para ganarse la vida. En esta etapa, a lomos de una cabalgadura, recorre  Inglaterra en busca de aventuras, igual que los pícaros de sus lecturas predilectas.

Quizá la experiencia no fue del todo positiva ya que una gitana, quizá por causa de una querencia no correspondida, le envenenó con un pastel, salvando la vida de milagro.

1.833 va a ser el año del gran cambio en la vida de Borrow, cuando alentado por un pastor de la iglesia, que conocía sus dotes para los idiomas, solicita empleo en la “Sociedad Bíblica Británica y Extranjera” (The Bible Society) y después de dos intentos, el comité responsable de la selección consideró oportuno concederle el puesto.

El objetivo de la Sociedad era distribuir y dar a conocer la Biblia en diferentes países y, el primer destino de Borrow fue Rusia, donde visitó el campamento de gitanos de María Roetzer[2], con el fin de hablarles de Jesucristo y la Biblia, además y colaborar en una  traducción del texto bíblico al manchú, diversas homilías de la Iglesia Anglicana al ruso y dos colecciones de poesía inglesa.

En octubre de 1.835 regresa a Inglaterra y la Sociedad Bíblica  le envía a Lisboa , con el propósito de introducir la Biblia en Portugal. De todas maneras, la estancia en Portugal es corta pues Borrow decide entrar en España, precisando los permisos de Londres y del Gobierno Español para imprimir y distribuir la Biblia en castellano y sin notas[3]. Tiene que volver a Londres y regresa a España, vía Portugal para establecerse en Madrid, abriendo un despacho en la popular calle del Príncipe. Durante estos años (su  estancia se alarga casi hasta 1.840), Borrow manda imprimir el Nuevo Testamento del Padre Scio, descargado de notas y el Evangelio de Lucas al caló. Ahí comenzaron sus problemas y, en 1.838, después de publicar el citado Evangelio, el Jefe Político de Madrid, Francisco Gambor, secuestró sus obras, le mandó encarcelar, por desacato a la autoridad y por vender libros impresos fuera del reino, aunque la verdadera razón fue la publicación del Evangelio en caló y su distribución entre los gitanos.

Gracias a la intervención del embajador británico en España, “Don Jorgito”[4] (así se le conocía popularmente en Madrid), pudo salir de la cárcel.


Borrow escribe: “En Badajoz, capital de Extremadura, fue donde, por primera vez me encontré con los síngularísimos “Zincali” o gitanos españoles. Allí fue donde encontré al indómito Paco, hombre que tenía un brazo seco y manejaba las cachas con la mano izquierda; a su mujer, Antonia, diestra en “buró” o engaño maestro, a su suegro el feroz gitano, Antonio López, y a otros muchos individuos del errate, o sangre gitana. poco menos notables que éstos.“[5]

Además de sus correrías y viajes por la península durante los cuatro años que permaneció en ella, Borrow, dio a la imprenta numerosas obras que, a pesar de su mensaje evangelizador, poseen un gran valor documental, son amenas y escritas con un estilo elegante.

“La Biblia en España” retrata  la España oficial y popular de aquel tiempo, reaccionaria y clerical la primera, castiza y espontánea la segunda.

En su aspecto físico, Borrow era alto y flaco, de rostro ovalado y tez color de aceituna, nariz no muy larga y encorvada, la boca definida y los ojos pardos, la cabeza precozmente blanca , cejas pobladas, que proporcionaban al conjunto  aspecto decidido[6].

En 1.840, Borrow regresa a Inglaterra donde contrae matrimonio y publica varios libros. Murió en Oulton a la edad de 78 años.

Queden ahí estos pocos datos biográficos para un mejor acercamiento del personaje pero, principiando este particular viaje al Alemtejo, se impone una pregunta: ¿Cómo trata Borrow al país y sus gentes?. Juzgue el lector al terminar nuestro trabajo, pero no tememos equivocarnos al  decir que lo hace con justicia y, la mayor parte de las veces, con cariño; por el contrario, otro viajero anterior, M Breton,[7] que atravesara el Alemtejo en 1.815, describe a sus gentes de una manera despiadada, demostrando distanciamiento y prepotencia: “..... A los aldeanos les gusta la vida muelle, pero poseen un gusto detestable por el lujo. Les gusta cambiar de vestido y compran  a los españoles piezas de seda, circunstancia que hace salir de la provincia una enorme cantidad de divisas. Como resultado, los pobres no encuentran trabajo y quedan reducidos a enrolarse o mendigar....” “....Aquí los mendigos son de una desvergüenza inconcebible. Se reúnen en bandas de ochenta o cien, yendo a todas las bodas y bautizos, sin que nadie se atreva a echarlos. Los granjeros acaudalados les reparten comida, ya sea por una mala interpretación de la caridad o por vanidad. Otros les admiten por temor, ya que a veces, estos miserables queman los campos de trigo de aquellos que no han querido darles limosna.”

M. Breton utiliza también duro y exagerado  criterio cuando critica a los españoles.

George Borrow se comporta como un periodista, alto exponente de la literatura de viajes, objetivo y  analista. El carácter evangelizador de la “Biblia en España” es un elemento más de la obra. Borrow no deja que los diversos elementos que la conforman se confundan  y difuminen. Todo está separado; de ahí que se convierta en un instrumento valioso  para antropólogos, historiadores o expertos en religión y creencias.

Borrow es un escritor de viajes que se diferencia enormemente de algunos predecesores que hicieron la misma ruta en la segunda mitad del siglo XVIII, como Joseph Baretti[8] o Alexandre Louis Pingré[9], exactamente en 1.760 y 1.761, respectivamente. Éste último nos ofrece en su  obra una sencilla descripción del Alemtejo:  “.... Los geógrafos  representan a Portugal como un país fértil. Según ellos, la provincia del Alemtejo es muy abundante en trigo. He atravesado el Alemtejo en toda su extensión: Se trata de una región bastante desnuda, poco poblada, allí los caminos son trabajados y las tierras cultivadas por la propia naturaleza, el terreno, arenoso es capaz de producir madera..... “ “..... Hay pocos árboles. Me he tropezado con algunos pinos  y unos pocos olivos. Las piedras que he recogido de los caminos son todas de mármol. En las cercanías de los lugares habitados, hay campos cultivados, pero los sitios poblados son escasos. Excepción constituyen los alrededores de Elvas, bien cuidados  y que, efectivamente,  parecen merecer esa atención.....”

En cuanto a la situación política y social del Alemtejo en 1.835, el mismo Borrow la hace aflorar con sus comparaciones y juicios y,  durante todo el viaje, se reflejan las luchas por el trono de Portugal. En ocasiones, Borrow se adentra en el tema  demostrando  ser un viajero con profundos conocimientos del país que visita.
 

GEORGE BORROW EN EL ALEMTEJO


JORNADA I

Viajar, en 1.835 tenía un carácter que en nada se asemeja a los viajes de nuestros días, cosa sobradamente conocida por los aficionados a la literatura viajes. Al mismo tiempo, creemos indispensable resaltar, que nuestros viajes “normalizados” y habituales, prácticamente están  desprovistos del riesgo y la incertidumbre que en esa época entrañaban. Además, los medios de locomoción (en los mejores casos, diligencia o silla de postas y, más frecuentemente a lomos de mulas por caminos desconocidos, dependiendo de guías lugareños), condicionaban  el viaje en si mismo y facilitaban la integración del viajero en el lugar que recorría. Y sobre todo, el tiempo empleado. Tiempo para hacer amigos y enemigos, escribir, pensar y aprender el idioma; observar y dejarse llevar por otras noches y otros cielos.

 Así comienza su comienza George Borrow su viaje al Alemtejo una tarde del 6  de Diciembre de 1.835. Una tierra “ ... Más allá del Tajo. Esta provincia no es tan bonita o pintoresca como otras de Portugal;  existen unas pocas colinas y montañas..... bosques de pinos infestados de bandidos. La población principal es Evora, una de las más antiguas de Portugal, y en su origen, asentamiento  de un brazo de la Inquisición, todavía más cruel y terrible que la de Lisboa. Evora  se encuentra aproximadamente a sesenta millas de Lisboa y hacia allí determiné encaminarme con veinte Testamentos y dos Biblias ....”


          La tarde que Borrow decide emprender su viaje al Alemtejo, es desapacible y ventosa. No obstante se encamina al muelle de Lisboa, desde donde parte la línea regular de pasaje, que cruza el Tajo hasta Aldea Gallega [10]. El servicio regular está servido por embarcaciones tipo falúa, que ofrecen una relativa seguridad en viajes con mal tiempo. Una vez allí, Borrow comprueba el horario y se da cuenta de que en este tipo de barco alcanzaría Aldea Gallega demasiado tarde, probablemente a las doce de la noche; así que decide alquilar una de las pequeñas embarcaciones que atracan en las orillas.
         
          “..... La tarde no era muy apropiada. El sol estaba cercano a su ocaso, el aire muy frío. Se estaba levantando viento, y las olas del noble Tajo se cubrían de espuma. Le pregunté al marinero si el barco podría desplegar la vela  con este tiempo tan malo. Sonriendo me respondió de manera incoherente. Tenía la pronunciación más endiabladamente rápida que he visto en mi vida, así que no había medio de conocer su opinión...... Comenzó a canturrear “Eu que sou contrabandista” (Yo que soy contrabandista) y sonriendo, me propinó una palmada en el hombro que a poco  me hace caer si no me sujeta....”

Comienza entonces un terrible viaje a través del Tajo. El viento crecía incesantemente, la barca se bamboleaba  y aumentaba la oscuridad, el agua entraba por ambos lados y a raudales; Borrow sentía encogérsele el animo, Sin embargo, entre el fragor del temporal, el marinero seguía con su canturreo, esta vez el aire Miguelista “Quando el Rey chegou”. Entonarlo en Lisboa es causa suficiente para que te encarcelen[11].

          Con el viento en contra, navegando peligrosamente y completamente empapado, consiguen atracar en Aldea Gallega, aproximadamente a las siete de la tarde, presentando el más deplorable de los aspectos: “..... Aldeia Gallega  es una población que tiene aproximadamente cuatro mil habitantes. Estaba bastante oscuro cuando llegamos, repentinamente empezaron a volar cohetes, en todas direcciones, iluminando la escena. Mientras recorríamos la calle sin pavimentar y sucia que nos conducía hasta el Largo, o plaza donde se encontraba nuestro hospedaje, un horrible estruendo de tambores y voces atronaron nuestros oídos. Al preguntar por la causa de este barullo, nos comentaron que se estaba celebrando la Pascua de la Concepción de la Virgen.”

No era costumbre tener comida de reserva para huéspedes en la fonda, así que Borrow, encarga le traigan algo para la cena, consiguiendo le preparen un discreto refrigerio, por el que tuvo que pagar la suma de tres coronas.

Alquila caballería y arriero para partir hacia Evora y se dispone a dormir en la misma habitación que su criado, ya que es la única vacante en el establecimiento, pero parece ser que no pudo dormir mucho aquella noche: Su habitación estaba situada encima de la cuadra y el ruido que hacían los animales (mulas, asnos) era constante[12]. El sonido de las campanas del reloj de la iglesias  tuvo  desvelado a Borrow hasta las cuatro de la mañana, momento en el que decidieron vestirse y preparar la partida.

JORNADA II

Borrow, ya dispuesto para la marcha hasta Evora, se reúne con el arriero y su ayudante,  un joven que va descalzo. El arriero, huesudo y  de aire fatigado, es el propietario de las caballerías y se ha comprometido  conducirlos hasta Evora, junto con el mozalbete, que resulta se su nieto.
         
El sol estaba en lo alto cuando se ponen en marcha y pronto  “.... nos adentramos  en un camino arenoso, hasta llegar a un edificio de extraña apariencia, edificado sobre un montículo de arena. Pronto fuimos alcanzados  por cinco seis jinetes, a paso rápido, portando cada  uno de ellos un  mosquete.... Al preguntar la razón de esta indumentaria guerrera al arriero, me respondió que los caminos eran malos (infestados de ladrones) y era preciso armarse para la defensa....”

          Continúan en dirección  a Palmella, adentrándose en un frondoso bosque de pinos, donde el camino se estrecha, apenas lo suficientemente ancho para recorrerlo a pie. Aunque el sol brilla, el día es brumoso y frío. Borrow intenta entablar conversación con el arriero, pero parece que el hombre solo tiene un tema: Los bandidos y las atrocidades que tienen por costumbre cometer allá donde pasan.

          Tardan aproximadamente hora y media en salir del bosque y penetran en un terreno salvaje, quebrado, cubierto de matojos. Las mulas se detienen a beber en una charca. A la derecha, una pared en ruinas. Estos restos constituyen las ruinas de Venda Velhas[13] (La Venta Vieja), que sirvieron de refugio al bandolero Sabocha. Dieciséis años antes, el bandido había asolado la zona con sus robos y atrocidades sin cuento. La vieja posada le servía de refugio , lugar en el que se reunía con su banda.

Mucho tiempo ejerció su dominio el feroz criminal. Demasiados  viajeros asesinados en los bosques y la charca utilizada para abrevar sus caballos y lavar la sangre de sus víctimas. El bandolero iba siempre acompañado de su hermano, individuo de colosales dimensiones que acostumbraba a dirimir a navajazos sus pendencias. La banda fue aniquilada en las proximidades de Coimbra, en encuentro con la patrulla y su refugio arrasado por orden del Gobernador[14].

          “ .... Bajé del caballo y me aproximé al lugar y pude apreciar  restos de fuego y una botella rota. Las Cenizas eran muy antiguas.  Deposité en aquel sitio un Nuevo Testamento y me alejé....”

          Borrow y sus compañeros retoman el viaje. Se acerca la noche y a sus espaldas resuenan cascos de caballerías acercándose. El grupo  iba acompañado por dos soldados. El jinete que encabezaba el grupo  llegó a la altura de Borrow y le preguntó quién era y si hablaba portugués. Borrow contestó que lo entendía, pero prefería hablar en Francés o Italiano. El caballero le contestó en Inglés y,  según Borrow, en el mejor inglés que jamás había oído hablar a un extranjero.

Continuaron hablando hasta que llegaron a Pegoens, una población que se reduce a dos o tres casas y  una fonda, además de un barracón donde permanecen acuartelados media docena de soldados. En palabras de Borrow, “... No existe en todo Portugal establecimiento de peor reputación, la fonda es conocida como “Estalagem de Ladroes” (“Posada de los Ladrones”), ya que es aquí donde los bandidos de los bosques, que se extienden  a ambos lados  leguas y leguas, tienen la costumbre de venir a gastar el dinero fruto de sus robos y crímenes. Aquí cantan, bailan, comen conejo asado con aceitunas y beben el pastoso y fuerte vino del  Alemtejo. Un enorme fuego alimentado por tueros de alcornoque, arde en una chimenea situada  a mano izquierda de la entrada de una cocina espaciosa. Cerca, varias jarras que desprenden un olor nada desagradable y que me recuerdan  que no he comido  y cabalgado cinco leguas. Varios hombres de aspecto, que si no eran bandidos bien lo parecían, estaban sentados cerca del fuego. Entablé una conversación sin importancia y me contestaron con presteza y educación. Uno de ellos me dijo que sabía leer, así que le regalé una de los panfletos  que llevaba....”[15]

Hasta aquí la descripción que Borrow hace de la Venta de Pegoens. Otro viajero, anterior en el tiempo, Alexandre Louis Pingré, que recorrió Portugal en 1.761, a su paso por el mismo lugar, escribe estas líneas : “.... El día 28 cenamos en  la Venda de Pegoens.  Venda en portugués y venta en español.  La Venta de los Pegoens está compuesta por uno o dos edificios como máximo. Es aquí donde termina la Extremadura portuguesa y comienza el Alemtejo, palabra que significa “más allá del Tajo”, y esta provincia está situada realmente más allá del Tajo, con relación a Lisboa.....”[16]

          Desde que Pingré pasó por Pegoens hasta la llegada de Borrow, ha transcurrido más de un siglo y no ha cambiado nada: Poco más de dos casas.

          Durante la cena, Borrow conversa con su nuevo amigo que resulta ser Don Jerónimo Joze D’Azveto, Secretario del Gobernador de Evora y su hermano, pertenecía al Regimiento de Húsares establecido en Evora, que también hablaba inglés, como el del Sr. D’Azveto.

          El menú de la cena tiene  al conejo de protagonista,  animal que abunda en estos montes: “.... Tomamos uno frito, que estaba delicioso,  después, otro asado, servido entero en un plato; el hostelero,  habiéndose lavado previamente las manos, procedió a cortarlo en trozos, rociando la piezas con una salsa dulce. Comí en cantidad de los dos, especialmente del último, quizá, por la particular forma en que fue servido. Excelentes higos del Algarves, y manzanas remataron nuestra colación, que tuvo lugar en una pequeña estancia de suelo fangoso....[17]

          Don Jerónimo D’Azveto, ocasional compañero de viaje de Borrow, se había educado en Inglaterra, país en el que pasó  su adolescencia, donde tuvo la oportunidad de aprender la lengua inglesa con tanta perfección. Regresó a Portugal poco después de la usurpación del trono por D. Miguel y, por esa razón, marchó a Brasil, donde se puso al servicio de D. Pedro, acompañándole en la expedición, que terminó con el derrocamiento del usurpador y establecimiento  del gobierno constitucional en Portugal[18].

          Casi a las dos de la tarde,  emprenden de nuevo el viaje, adentrándose  en un paisaje muy parecido  al que acababan  de atravesar: terreno rugoso y quebrado, salpicado de pinares, con un sol que brilla generoso en una tarde mucho más que agradable. Divisan un castillo emplazado en una extremidad de Vendas Novas[19]. A pesar de que se encuentran  a algo más de una legua, la claridad de la atmósfera portuguesa,le hace parecer más cercano: “... Antes de dejarlo a nuestras espaldas, pasamos ante una cruz de piedra, que se levantaba sobre un pedestal, con una inscripción que recordaba el horrible  asesinato de un nativo de Lisboa, ocurrido en aquel lugar; parecía antiguo , y se encontraba cubierto de musgo; la mayor parte de la inscripción era ilegible, al menos para mí, que no quería perder mucho tiempo descifrándola.”

Cruces en los caminos o cualquier monumento de recuerdos luctuosos, es una costumbre relativamente conservada en Portugal y España.  En 1.835, encontrar estas señales de “aviso a caminantes”, eran mucho más frecuente. A veces, encogía el “ánima” del viajero curioso.
         
El paso de Borrow y de otros viajeros anteriores ( Baretti, Pingré, el diplomático Bourgoing, etc.) por estos parajes del Alemtejo, sorprende a los habitantes de la provincia, acostumbrados a un trasiego de aldeanos, contrabandistas y labriegos, conformando una clase social de escasos recursos y menos formación. Un inglés distribuyendo Biblias y haciendo apostolado ( Borrow), un ilustrado del circulo de Samuel Jonson (Baretti), un marino de alta graduación que regresa de un viaje a las Islas Maldivas (Pingré) o un diplomático (M. Bourgoing), constituyen necesariamente un clase privilegiada para estas gentes que los consideran “enormemente ricos” y, relativamente, lo son.

En tiempos de la Ilustración, las nobles familias europeas realizaban “el Gran Viaje”, enviando a sus hijos a un “tour”, que indefectiblemente comprendía Italia, Francia, Portugal y España.

Siguiendo el relato de nuestros viajeros, a buena hora de la tarde, llegan a Vendas Novas, Borrow y su amigo D’Azveto se dirigen hacia el castillo, que a Borrow le parece magnífico, sobre todo por las dimensiones de sus cocinas  “.... con capacidad suficiente para dar de comer a todos los habitantes del Alemtejo ...”.

Vuelven a la Hostería y una de las preocupaciones de Borrow (el confort en el alojamiento), queda pronto despejada : “.... Pasé la noche con gran comodidad, lejos de esas posadas ruidosas que tiene Portugal, en una cama limpia, y a la mañana siguiente, a las seis,  marchamos para Evora, que se encuentra a diez leguas de Vendas Novas, con la esperanza de llegar antes del crepúsculo.”
 
JORNADA III
         
          Salieron sin novedad a la hora prevista. El sol calentaba tanto que Borrow  tuvo que descabalgar  y caminar por una desollada planicie, hasta llegar a un conjunto de casas, que se levantaban justo donde el paisaje comenzaba a cambiar de aspecto. En una de esos antiguos edificios, los comisionados de D. Pedro y D. Miguel  se reunieron llegaron al acuerdo por el que D. Miguel renunciaba al trono de Portugal a favor de Doña María. El Alemtejo era el último reducto de D. Miguel y sus tierras, el escenario de sus postreras batallas.
         
          En ese lugar, que sorprende por su pobre aspecto y asombra por su importancia histórica, Borrow encuentra en sus habitantes cierto interés por sus prédicas, repartiendo  algunas Biblias y Testamentos, de las que lleva buena provisión.
         
          “... El paisaje comienza a mejorar; las tierras salvajes quedan atrás; contemplamos cañadas y colinas, alcornoques y encinas, que producen un fruto dulce llamado bellota, que constituye el principal alimento de los numerosos cerdos del Alemtejo. Hermosos cerdos, de patas cortas y grueso cuerpo, de color negro o rojo oscuro, cuya excelente carne he podido probar  a lo largo de mi deambular por la provincia; el lomo a la parrilla o sobre ascuas, es delicioso, especialmente acompañado de aceitunas.”

          Avanza la mañana y el grupo de viajeros alcanza a divisar la ciudad de Monte Moro (así es el nombre que utiliza Borrow)  y su fortaleza, que recuerda sin duda alguna que se encuentran ante un enclave de los moros con su fortaleza elevada como emblema de su pasado histórico. Aquel lector avisado de literatura viajera, se dará cuenta que la mayoría de los viajeros europeos del Siglo XVIII y posteriores como los anteriormente citados más Richard Ford,[20] Laborde[21], Ponz o José de Viú, al describir sus itinerarios por tierras de España y Portugal, achacan todo lo bueno a Romanos y Árabes y, lo negativo “a las peculiaridades del carácter de españoles y portugueses”. Solamente Borrow pasa revista, meticuloso como un antropólogo de nueva generación,casi nunca toma partido ni establece comparaciones entre los dos pueblos.

          “.... En tiempos fue fortaleza de los moros; se levanta sobre una colina, en la cima y a los lados se conservan murallas y atalayas ruinosas. En el lado oriental hay un valle, por el que discurren arroyuelos, salvados por un puente de piedra; más allá un vado, que atravesamos para alcanzar la ciudad, que comienza próxima a su extremo norte....... “ “.....  La ciudad es algo más que pintoresca, y muchas de las casas son antiguas, construidas a la manera árabe. Tenía interés en visitar los vestigios que los moros dejaron en lo alto de esta montaña, pero el tiempo apremiaba, y  el poco tiempo que íbamos a permanecer  en esta ciudad, no me permitió satisfacer mi curiosidad.....” “... Monte Moro es la cabecera de esta fila de montañas que atraviesan el Alemtejo, y desde aquí se curva en forma de horquilla en  dirección sudeste, hacia el camino principal que conduce a Elvas , Badajoz. y Madrid, y por el otro extremo, hasta Evora.
         
          Instrucciones precisas, que bien pudieran servir de orientación a otros viajeros. Borrow consigna con precisión cada lugar, así como las distancias ( en leguas precisas) sin olvidar los apuntes rápidos sobre tipos y paisajes que encuentra en su camino.

          Pingré, el viajero que precede a Borrow en esta ruta, nos proporciona  una visión parecida, aunque menos literaria del  enclave, usando un estilo acorde con su condición de marino: “.... Después de cuatro leguas de camino, llegamos a Montemor-o- novo. Se trata de una ciudad pequeña bastante poblada. En tiempos de los Moros fue plaza de armas. Sobre la cima de la montaña todavía pueden observarse considerables restos del castillo que la defendía: la antigua villa o ciudad se levanta sobre la ladera de la montaña, sus murallas, al igual que el castillo, parecen ruinosas; no he tenido tiempo de subir. Cenamos en el barrio[22] situado  al pie de la montaña, muy abundante en comunidades religiosas. En la ciudad hay cuatro parroquias. Me he cerciorado de que la puebaln unos 2.000 habitantes. Esta localidad es patria de San Juan de Dios. En el barrio enseñan su casa, donde tambiénse conserva  un convento de su orden....”

Borrow divisa el Monte Almo y, al describirlo, evoca la estampa de roso.....”

 
JORNADA IV

          A la vista de Borrow, Evora se presenta como una ciudad pequeña, amurallada, pero que no podría resistir el asedio de un día, debido a su deficiente fortificación[24]. Evora tiene acceso por cinco  puertas,  constituyendo  la del suroeste el principal paseo de su habitantes y donde tiene lugar la Feria de San Juan, celebrada al mismo tiempo que las Fiestas Mayores de Badajoz. Dos grandes edificios, la Sede o Catedral, y el Convento de San Francisco, situado en la misma plaza donde se ubica la posada de Borrow. “.... Las casas, por regla general son muy antiguas, y muchas de ellas, desocupadas. Con una población de cinco mil habitantes, me hizo reflexionar sobre la desproporción entre  su tamaño y el número de habitantes....”

          Tropieza Borrow durante este primer paseo, con un gran establo, desde donde se  divisa una cadena de montañas llamada Serra Dorso “... particularmente hermosa y que posee una importante  reserva de lobos y otro animales salvajes. En la otra punta de la cordillera, Extremos.... “[25]
          Durante el día siguiente, Borrow se entretiene en conocer la ciudad y sus alrededores, charlando con los tenderos y la gente que se encuentra por la calle. Todos son constitucionalistas o, al menos, pretenden serlo.

          Borrow lleva en su bolsillo una carta de presentación  para un librero que tiene su tienda en la plaza. Le proporciona una cierta cantidad  de Biblias, regresa a la posada y toma asiento en un tronco, junto a la chimenea, situada en el espacio común del establecimiento.
         
          “.... Dos hombres de aspecto hosco se encontraban sentados sobre sus rodillas o sobre piedras, ante ellos un gran montón de piezas viejas  de hierro y cobre, que clasificaban y repartían  en diferentes sacos. Se trataba de contrabandistas españoles de la clase más baja, que se ganaban miserablemente la vida pasando de contrabando  chatarra de Portugal a España. Ni una sola palabra salía de sus bocas, y cuando le hablé en su lengua nativa, no obtuve por respuesta nada más que una especie de gruñido. Parecían tan sucios y bastos como la chatarra con la traficaban[26]; guardaban cuatro asnos miserables en el establo trasero ...”
         
          Sin embargo, Borrow consigue entablar conversación con las propietarias de la posada, muy interesadas en conocer cosas de Inglaterra . Llama la atención de Borrow un personaje que se encuentra en la fonda, con una indumentaria que recuerda la de los marineros ingleses, con el que Borrow se enfrasca en una cierta discusión sobre temas religiosos. Procede de la localidad de Palmella, no muy lejos de St. Ubes  y es propietario de algunas caballerías, que guarda en el establo de la posada. De la discusión, surge una relativa confianza que les lleva a dar un paseo por la ciudad, comentando  de la ciudad y de la provincia alentejana.

          En su paseo, se aproximan a la parte meridional  de las murallas, hasta una fuente de piedra, donde los arrieros y gentes que la visitan se detienen para abrevar las caballerías.

Durante su estancia en la ciudad, Borrow acude diariamente a este lugar con el propósito de entablar conversación con las gentes, especialmente, con los niños , tratando de analizar el grado de educación que recibían.Con respecto a los adultos, nos deja este apunte : “... Me di cuenta de que la mayoría eran papistas con el colmillo retorcido y miguelistas de corazón  y cuando decían que eran cristianos, demostraban lo contrario  al ignorar a Jesucristo y sus mandamientos y colocaban la salvación a la misma altura de las supersticiones..... “        

          Al día siguiente, que era viernes, George Borrow decide visitar a Don Jerónimo D’Azveto, que le presenta al Gobernador de Evora. Juntos recorren la ciudad y visitan sus principales monumentos. Durante el almuerzo, Borrow se interesa por el tema de la educación y algunos aspectos sociales de la ciudad: “...

Se lamentaba ( D. Jerónimo) del deplorable estado de ignorancia en el que se encontraba la población en la actualidad.  Manifestó que su amigo  el gobernador y él mismo,  estaban trabajando para establecer un escuela  en el vecindario  y que habían solicitado al gobierno autorización para utilizar un convento abandonado, un edificio llamado Espinheiro, situado a una legua aproximadamente.

          Al día siguiente, la conversación con el amigo de Palmella, versó inevitablemente sobre la seguridad de los caminos y los asaltos de los bandidos, confesando el de Palmella que siempre viajaba protegido, enseñando un largo cuchillo. “... Pero no confío en   este cuchillo, sino en ésto, exclamó mientras mostraba a Borrow un  escapulario, con una larga jaculatoria, que después copió en un trozo de papel para entregar a Borrow, como recuerdo y protección[27]....”      

“... La creencia en la brujería    es corriente entre los aldeanos del Alemtejo, y supongo que también en otras  provincias de Portugal. Creo que es una de las consecuencias del sistema monacal..... Todos estos encantamientos  son inventos de los monjes, que los han propagado entre  sus cándidos feligreses.....”

          Al día siguiente, domingo, el llano del  Convento de San Francisco se encontraba abarrotado de gente, que se dirigía a oír misa. Después de atender a su obligaciones religiosas, Borrow baja a desayunar y se encuentra a  la joven de la posada, sentada tranquilamente junto al fuego. Al preguntarle por qué no había acudido a la misa, la chica le respondió que  dejó  de ir cuando los frailes fueron expulsados de los conventos y , en su opinión, los curas puestos  por el gobierno, no tenían autoridad espiritual. Los frailes, cada día alimentaban a las gentes que se acercaban al convento, más de cuarenta personas  cada día. Ahora, permetían   que  se murieran de hambre.

          Sobre una repisa, Borrow observó algunos libros: Cuentos y vidas de santos y, entre ellos, un ejemplar  de la obra de Volney “Ruins of Empires[28]. Ante este “descubrimiento”, Borrow pregunta la chica cómo ha llegado ese libro a sus manos, enterándose de que se trataba  un regalo de un joven, convencido constitucionalista, que se lo había  entregado diciéndole que ño tenía por uno  de los mejores libros del mundo. Borrow contestó que el autor era un emisario de Satán, un enemigo declarado de Jesucristo y de todas las almas de la Humanidad, escrito con el solo propósito de terminar con las religiones. La joven tiró el libro sobre las llamas y rezó su rosario mientras las páginas se consumían. Borrow afirma que aquello fue un auto de fe, en el mejor sentido de la palabra.


JORNADA V  

Borrow pasa los dos días siguientes en Evora, preparando un  circunstancial regreso a Lisboa, seguramente para atender asuntos de la Sociedad Bíblica. Contrata a un arriero que, desde el primer momento no le cae demasiado bien: “... Me dijo que había servido  como soldado el  Ejército de Napoleón, participando en la Campaña de Rusia. Tenía todo el aspecto de un borracho. La cara, cubierta de granos y su aliento desprendía el olor de las aguas fecales.....”

El amigo de Palmella se había marchado. Borrow continúa con sus paseos hasta la fuente de piedra. A la posada llegan unos españoles con los que discute de religión y, a juicio de Borrow, parecen más ilustrados que el resto de los aldeanos. Mal juicio expresan del rey D. Carlos y su gobierno, llamándole enano y bandidos a su políticos. Queda convencido de que al otro lado de la frontera, todos los españoles piensan de manera parecida. Del lado del sentimiento religiososo, a estos españoles no les importa ni el Papa ni los curas.

La noche de la víspera de la partida, sobre las nueve de la noche, se escuchó  un fuerte galopar irrumpiendo, desesperado y  después de golpear fuertemente la puerta de  entrada, un hombre de aspecto tosco, montando un burro, vestido con esa prenda que los españoles llaman zamarra y unos calzones que le llegaban a las rodillas. Atado al sombrero,  numerosas ramitas de romero. El hombre parecía aterrorizado y  contaba que las brujas le había venido persiguiendo, volando sobre su cabeza durante casi dos leguas. Viajaba desde la frontera española con productos alimenticios y otros artículos. Su esposa , que  viajaba tras él, pronto llegaría, como así lo hizo, empapada por la lluvia, cabalgando igualmente un asno.
Al preguntar a los contrabandistas españolas la razón del romero, explicaron que servía de amuleto contra las brujas y los espectros del camino.

Brujas, conjuros, amuletos... todo ello nos conecta con Galicia y su “Santa Compaña”, o las leyendas de aparecidos en las noches de Extremadura, contadas en las noches de invierno, como el cuento de la “Tía María Jamaca”,  estampa que refleja Adelardo Covarsí en una soberbia pintura[29]

  
 













Joseph Baretti 

JORNADA VI

          Regresa Borrow a Lisboa y  desde allí  prepara su nuevo itinerario por el Alemtejo, esta vez con destino a Badajoz y, tras breve estancia en la capital, marchar directamente a Madrid, donde residiría casi cuatro años.
         
          Un viajero posterior, M.T. Hughes, diplomático inglés destinado en España en 1.846 y que también se había adentrado en la provincia del Alemtejo, cuenta como la principal preocupación del viajero, se centra en el transporte del equipaje, a veces compuesto de pesados baúles. Tal impedimenta es necesario enviarla por adelantado a los lugares que el viajero atraviesa, sobre todo cuando no se viaja en diligencia. El transporte por el Alemtejo, exclusivamente en caballería, y en el caso de Borrow, acompañado de un criado que se ve obligado  a contratar periódicamente.
 

Los caballeros, a lomos de caballos y los criados en mulas. Hughes recomienda que el caballo sea propio “... Ya que he tenido los más desagradables accidentes con bestias semisalvajes ...”

Las circunstancias imponen a Borrow alquilar las monturas. Nunca relata el más mínimo incidente con las mulas; se preocupa más de los arrieros.

Pasa esto días en Lisboa, resolviendo los asuntos de la Sociedad Bíblica y aprovecha para recorrer la ciudad, todavía con  vestigios del tremendo terremoto que sacudió Portugal, en 1.755. En el transcurso de su ruta por el Alemtejo, Borrow tiene la oportunidad de conocer  a una superviviente de la catástrofe, episodio del que daremos cuenta más adelante.

En aquellos días de Octubre de 1.755, Lisboa se embellecía por momentos. El palacio Real, situado en la Plaza,  llamada O Ferreira do Paço, se levantaba impresionante, al igual que el bello edificio de la Aduana, la Iglesia Metropolitana dedicada a la advocación de  San Vicente, y otro palacios, iglesias, hoteles, monasterios... Todo lo que tenía de soberbio este barrio, en unos días quedó reducido  a un montón de ruinas informes. El día uno de noviembre, un  violento terremoto sacudió lo cimientos de Lisboa, derribando sus edificios más altos. O Ferreiro do Paço fue engullido por el río,  perdiendo la vida una enorme cantidad de personas que  creyeron esta seguras refugiándose   en esta plaza. El fuego destruyó los edificios derrumbados, propagándose por la casa vecinas. El fuego causó más víctimas y daños que el propio terremoto. Muchos vecinos, cobijados en las iglesias, perecieron abrasados, con una muerte mucho más horrible que la que trataban de evitar. Otros, perecieron por los crímenes de malhechores, que recorrieron las ruinas para aprovecharse de la desgracia, matando sin distinción de sexo ni edad,  con el fin de borrar las huellas de sus crímenes. Ahora, el palacio Real ha renacido de sus cenizas, menos imponente que en otro tiempo, pero más sólido y con un gusto superior al que mostraba en su primera construcción . Sin embargo,  el Rey no tiene intención de habitar este lugar, que ha quedado como palacio de justicia y futura sede de una importante Biblioteca.[30]

Al regresar al Alemtejo, Borrow tiene que repetir la mayor parte de la ruta, pero esta vez, tomará criado una vez se encuentre en Aldea Gallega. Avisado por la experiencia anterior, tuvo la precaución de no tomar  una embarcación pequeña, sino que tomó el transporte regular, llegando a Aldea Gallega después de un viaje de seis horas, monótono y sin viento en las velas; los marineros remaron desesperadamente para impulsar un barco en extremo pesado. ¡Qué viaje tan distinto, en el que  Borrow echaba de menos los peligros sufridos!

De las ocho a las diez de la noche hizo un frío terrible. Borrow iba bien abrigado con un imponente chaquetón, recuerdo de su viaje por Rusia[31]. De todas maneras, su ánimo era mejor que cuando pisó por primera vez tierra alentejana, después de haber escapado de los peligros de la tempestad.

No teniendo ninguna gana de viajar de noche ( jamás los hizo) busca posada, disfrutando de un alojamiento y cena mucho mejor que la que le sirvieron en la fonda de la plaza. En este momento, su mayor preocupación es conseguir mulas  y arriero para viajar a Elvas, a unas tres leguas escasas de camino de Badajoz. Las gentes de la hostería le dicen que tienen dos mulas excelentes para alquilar. Entendiendo que por ser Inglés, tiene que ser inmensamente rico, se enzarzan en un regateo que termina  con Borrow en plena calle, buscando a Antonio, el arriero que le condujo hasta Evora.Tenía Antonio las mulas apalabradas. No obstante, le conduce hasta un compañero del oficio que, por la cantidad de “dos  moidores y medio”[32], se compromete a acompañarlo.

 
JORNADA VII

A las cinco de la mañana, las mulas se encontraban en la puerta de la posada conducidas por un muchacho de unos diecinueve o veinte años, algo retrasado, de enorme cabeza , que solo sabe responder con una sonrisa a las preguntas de Borrow.

Atraviesan un triste bosque, en absoluto silencio, apenas interrumpido por el trino de los pájaros. La mañana fría, como es habitual en esta región.

“.... Recorrimos el camino sin interrupción, sin bandidos ni tropezarnos con persona alguna hasta que llegamos a Pegoens  y,  desde allí a  Vendas Novas, no experimentamos ningún cambio. Los dueños de la hostería de este último lugar nos recibieron con gran amabilidad, ya que me recordaban de mi anterior viaje, cuando pasé la noche en su establecimiento. El dueño, José Dias Azido, al contrario que otros hospederos de Portugal, es un hombre honrado y, cualquier extranjero que se aloje en su casa, puede estar tranquilo de no ser miserablemente robado y estafado a la hora de pagar la cuenta y no abonará  ni un  céntimo más que  cualquier portugués en situación parecida....”

Borrow insiste en gran manera sobre el tema económico, la honradez de los posaderos y la comodidad de los alojamientos a lo largo de todo el viaje. Pero el juicio (quizás subjetivo), jamás se extiende a la comparación con otros países; por ejemplo, Baretti, alejado en el tiempo pero similar en el recorrido, siempre está haciendo alarde de su carácter de viajero ilustrado, utilizando dos conceptos que compara : El atraso de las gentes de Portugal y España y el progreso de Inglaterra, Francia e incluso Italia. No solamente compara sino que, además, introduce abundantes citas y comentarios clásicos en un alarde de erudición que corta el ritmo del viaje, lastrándolo con un lenguaje ampuloso, propio de la época, mucho menos eficaz que el de Richard Ford  y otros viajeros posteriores, menos estetas pero más objetivos[33].

Muy preocupado por el camino y sus alojamientos Richard Ford[34] aconseja sobre la forma de emprender la ruta en 1.882, cuando ya el ferrocarril se dejaba ver en el paisaje, sin llegar a ser todavía un medio popular: “.... Cada amo deberá llevar sus propias alforjas, en las que guardará todo lo que sea absolutamente necesario para sus necesidades y confort, cubriéndolas con una pequeña manta. El criado deberá ir a lomos de una vigorosa  mula, y provisto de sólidos y grandes capachos de esparto, o cestas especiales fabricadas con esta aprovechable hierba; uno de los lados podrá contener la ropa, el otro la despensa; nadie olvidará comprar una bota, o botella de piel para vino, ni olvidará guardar herraduras de recambio para caballos y mulas; también son indispensables los clavos y el martillo. El viajero que se equivoque de camino, no encontrará en el viaje nada más que incomodidades. Los bien pertrechados, vencerán cualquier dificultad. “Hombre prevenido, nunca fue vencido”. Aconsejable que el viajero sepa hablar la lengua nativa, ya que los sirvientes bilingües suele ser unos bribones. ..

Los soldados de caballería retirados solían trabajar como “correos”, acompañando a los viajeros en sus rutas por Portugal porque podían fácilmente orientarse por parajes de los que tuvieran poca información, además de poseer un notable conocimiento sobre caballos, resistiendo la fatiga las largas jornadas, el clima y los ayunos prolongados.

Todos esos preparativos los realizaba Borrow meticulosamente, incluyendo un voluminoso cargamento de Biblias ,  Testamentos y discursos religiosos impresos que, en esta ocasión cruzaban el Alemtejo con dirección a la capital de España.

Encuen[36], otro punto de alojamiento  a lo largo de su ruta.

Prosiguiendo viaje, llegan de nuevo a Monte Moro que, en esta ocasión tiene tiempo de visitar, así que una vez hubo tomado un ligero refrigerio en el hospedaje, emprende una larga visita a la ciudad, sin temer una arriesgada ascensión por sus murallas en las que, en más de una ocasión estuvo a punto de caerse. Subía atraído por la vista de unas edificaciones en las alturas. De pronto, escucha el  feroz ladrido de un perro, y corre asustado hasta tropezar con el dueño del animal. El hombre, antiguo soldado de la armada británica, le informa que se encuentra en terrenos de un convento habitado por monjas, a las que ayuda como guardés.

Se acerca Borrow, transponiendo las puertas del gran edificio, llegando al torno donde le atiende la monja portera que le pregunta “si es hombre de armas o va a hacer la guerra”, cuestión respondida sucintamente por Borrow al “expresar que es un hombre encargado de llevar el soplo de Dios a los pueblos ignorantes de su verdad”. Al preguntar Borrow si poseían ejemplares de las Sagradas  Escrituras en el Convento, la hermana portera le explicó que solamente la madre abadesa, cargo que cambiaba cada año, tenía un ejemplar. Borrow se despide y, al abandonar el lugar, observa las cabezas de las monjas en las ventanas, tratando de contemplar al extranjero.

Regresa lentamente, contemplando las muralla, una vieja cruz de piedra y una torre atalaya coronando una de las entradas de la ciudad. El día era enormemente caluroso, a pesar de que las últimas noches habían sido extremadamente frías. Se detuvo  a descansar durante una  hora antes de regresar a su alojamiento, a una considerable distancia del lugar donde se encontraba.

Atraviesa un lugar, un viejo cementerio que no parece ser obra de los moros. En todo el conjunto monumental de la ciudad, se aprecia la mano de los cristianos en el trabajo que realizaron, una vez conquistada la fortaleza para la causa de la fe cristiana.

Al contemplar Monte Moro, Borrow cree que existe algo en el lugar que le recuerda a Cintra, sin el aire salvaje que rodea a ésta y que Monte Moro no pretende tener. Los monumentos, en parte derrumbados y descuidados por el vecindario, asemejan más a nidos de águilas que a vestigios de la civilización árabe.

Una vez en la fonda, prueba un exquisito pastel de queso, fruto precisamente del trabajo artesanal de las monjas del convento que acaba de visitar.

La posada y sus moradores se encontraban sumidos en una profunda pena ,debido a que el esposo de una de las dueñas había contraído una enfermedad mortal que, por lo que pudo averiguar Borrow, se trataba de una especie de cólera[37].

Después de consolar a la familia y encomendar su destino al Todopoderoso, a lomos de su mula  marcha hacia Arroyolos[38].

A la hora de describir el paisaje, Borrow  es preciso, como un geógrafo con los profundos conocimientos de un naturalista: “....Cuando habíamos recorrido una legua y media, escuchamos un fuerte trueno  procedente del norte, precedido de inmensas oleadas de polvo; menos mal que no venía de cara, pues de otra manera no hubiéramos podido seguir avanzando, debido a su violencia. Nos desviamos a la izquierda del camino, con el fin de tomar un atajo de esos que permiten el paso de las mulas o caballos, pero demasiado agrestes  para permitir por  ellos el paso de carruajes . Nos encontrábamos entre arenas.  matorrales y rocas de gran tamaño que salpicaban profusamente el terreno. Se trataba de la piedras que conforman  las sierras de España y Portugal; esas montañas sin igual, que se elevan en su espantosa desnudez, como costillas de un  gigantesco esqueleto del que se hubiera desprendido la carne. Muchas de estas piedras o rocas se encuentran desperdigadas por la superficie, probablemente arrancadas de su sitio por la acción de las aguas. Mientras nos esforzábamos en estos parajes inhóspitos, reparé en una vereda,   con  piedras apiladas de manera singular y encaminé mi cabalgadura hacia allá. Se trataba de un altar druida, el más perfecto y hermoso que he visto jamás . Era circular, compuesto por piedras gigantescas, gruesas en la base y alargándose en la parte superior, con otra gran piedra sobrepuesta, sesgada hacia el sur , donde se encontraba una entrada. En el interior, donde crecía un árbol, pequeño y cubierto de espinas,   podrían haberse guarecido tres o cuatro  personas....”

Cuando Borrow pasa por el dolmen de Arroyolos, éste se encuentra en tan buen estado que, no puede menos que compararlo con las ruinas romanas o árabes que ha contemplado a lo largo del camino, destacando cómo han perdurado los restos de los primeros, mientras que las de los pobladores posteriores – romanos incluidos –  eran prácticamente polvo[39].

Llegaron a Arroyolos sobre las siete de la tarde, aposentándose en una habitación amplia, con dos camas. Se estaban preparando para bajar a cenar cuando llegó una recua de mulas con sus arrieros. Viajaba con ellos un joven español, de unos dieciocho años y el  dueño del establecimiento pregunta a Borrow si puede dormir con ellos, al ser su habitación la única que tiene algo de espacio libre. Borrow contesta que no hay problema, además está encantado de poder empezar a practicar algo el español, lengua que va a necesitar en el momento que cruce la frontera de Elvas[40].

Encantado por este encuentro, Borrow baja a cenar con el nuevo huésped, joven que procede de una acomodada familia de Madrid, viajando  por el solo interés de conocer mundo.

George Borrow le explica que para que su deseo llegue a buen y no pase necesidades, vaya preparando “la bolsa”, que en algunos países pueden encarcelarte por vagabundo si no acreditas medios propios de subsistencia. El joven responde que lleva más de cien dólares. “.... Sus cien dólares en este país solamente le cubrirán unos tres meses... y eso si no se lo roban  y tendrá que echarse al monte en espera de ganarse la vida con medios más honorables....”, responde Borrow[41].

A las cinco de la mañana, se acerca a la cama de Borrow para despedirse, con un sonoro “Vaya usted con Dios”. En la cuadra,  los  arrieros preparan las mulas.

JORNADA IX

Esa mañana, sobre las nueve y después de haber abonado una cuenta exagerada, comienza  Borrow la jornada de viaje con un desagradable y peligroso incidente.

A una milla de Arroyolos, se cruzan con unas carretas escoltadas por soldados de infantería portugueses que transportaban aprovisionamiento y municiones,  con  dirección a España. Seis o siete de estos soldados iban en avanzadilla del convoy y tenían aspecto de criminales o bandidos. Al pasar a su lado, insultó a Borrow, gritándole de mala manera que era un maldito y rico francés que paseaba a caballo, mientras que él era un desgraciado que tenía que destrozarse los pies por los caminos. Borrow tuvo el mal acuerdo de reírse, razón por la cual el soldado disparó dos veces contra Borrow que, milagrosamente no fue alcanzado por las balas, viéndose obligado a emprender veloz carrera, atravesando a galope tendido un caudaloso riachuelo y un puente, desembocando en unos arenales, donde siguió huyendo. De esta manera salvó su vida. Era conocido que esta clase de soldados, en su mayor parte  curtidos asesinos y ladrones, cometían toda clase de crímenes. Un carrero informó a Borrow que, en cierta ocasión,   fue atacado por una banda de estas características, despojándole de una importante cantidad de género. “... Quiera Dios que los soldados que tengan que defendernos gocen de mejor estampa...”

Prosiguieron el viaje hacia Extremos adentrándose en un paisaje seco y arenoso, que se presentaba aquí y allá valles salpicados de alcornoques y encinas. A medio día, volvió a recrudecerse el viento y poco faltó para que se perdieran debido a la fuerza del elemento. A las cuatro de la tarde, a una legua de distancia divisan Estremoz, en lo alto de una colina “.... Aquí el paisaje se volvía interesante; el sol fundiéndose en medio de la nubes rojas y  tormentosas, incidiendo sus rayos en las paredes de la ciudad a la que nos dirigíamos. No muy lejos del suroeste se levanta Serra Dorso, que contemplé en Evora y que es la montaña más bella del Alemtejo. Mi guía idiota, volvió sus ojos hacia allí y, sintiéndose inspirado, abrió su boca por primera vez y comenzó a decirme que era escasa la caza que se obtenía en esas montañas. Igualmente describió con gran minuciosidad    a un enorme perro que habitaba en el vecindario, destinado a capturar lobos y jabalíes, que el propietario había rechazado vender aunque le ofrecieron la cantidad de veinte moidores. ....”

          Se alojaron en la mejor fonda de Extremos, situada en una amplia plaza de mercado, en el centro de la ciudad, tan grande que bien pudiera albergar a un regimiento de soldados desfilando por su patio.

          El frío era tan intenso que Borrow permaneció en la habitación hasta la hora de la cena, un recinto similar a una cocina, del que arrancaba un largo pasillo que llevaba a las cuadras. En la chimenea ardía un enorme tronco de alcornoque, rodeado el fuego por algunos aldeanos y granjeros de los alrededores y tres o cuatro contrabandistas españoles. Con cierta dificultad se sienta entre ellas y presta atención a su charla, observando que el portugués que utilizan tiene una pronunciación mucho menos sibilante, posiblemente debido a la influencia de la frontera.

          Procedente de  las cuadras y con la velocidad de una catapulta, entra en la sala un jineta, haciendo cabriolas y carreras por el salón, que ponen en peligro la integridad de todos. Su  jinete, medio borracho, comienza a discutir con uno de los contrabandistas españoles. El español saca una navaja y  arremete fieramente contra el borracho, que se escapa a duras penas de la cuchillada, gracias a la intervención del resto de los contrabandistas que cortan la pelea. Le arrastraron hasta la cuadra donde, entre sueños, cantaba la Marsellesa. Posiblemente se trataba de un antiguo soldado del ejército napoleónico, igual que el borracho que condujo a Borrow hasta Evora.

          Como la velada no prometía mucho más, se fueron a dormir con el fin de  estar preparados para cubrir las seis leguas de distancia que hay desde Estremoz a Elvas.

JORNADA X

          Bajo un cielo gris oscuro, a las nueve de la mañana, emprendieron el viaje hacia Elvas. Los caminos estaban desiertos y  el paisaje extremadamente desolado. A lo lejos, levantándose sobre un imponente montículo, divisaron una torre, único elemento que rompía la monotonía del paisaje. Al cabo de dos horas,  llegaron  a una fuente que descubrieron al pie de la colina donde se erigía la torre. El agua que fluía desde las alturas de una roca gigantesca, era purísima, así que se detuvieron para abrevar las caballerías.
         
          En solitario, Borrow inicia una ascensión por la pendiente, hasta llegar a las ruinas, subida  no exenta de cierto peligro debido a las rocas puntiagudas que salpican el declive y cortan el cuero de sus botas. Vino a contemplar una de esas torres vigía, llamadas “atalaias” en portugués, cuadrada y rodeada por una muralla, constituyendo una especie de pequeña fortaleza. La torre no tiene puerta de acceso. En la parte inferior, un sólido trabajo de piedra; en uno de los lados,  hendiduras colocadas a intervalos regulares para poder apoyar los pies y ascender por esta especie de escalera, que Borrow utilizó para acceder  a un pequeño espacio  de uno cinco pies cuadrados de tamaño.

          Se divisaba una extensa panorámica  que demostraba que la torre había sido construida con el propósito de vigilar la frontera y movimientos del enemigo, dando la alerta, probablemente, con señales producidas por fuego.

          “.... A punto de abandonar el lugar, oí un extraño grito  procedente de la parte de la muralla que no había visitado y me encaminé hacia allí. Sentado en una piedra se encontraba un retrasado  de unos treinta años, seguramente sordomudo, gruñendo y gesticulando, distorsionando su rostro con las muecas más extrañas. Solo faltaba este elemento  para completar la escena.... El loco, sobre su piedra, rodeado de brezos secos, refugiado al abrigo de unas ruinas castigadas por el viento, componían un cuadro de tanta miseria y tristeza  que no creo que exista pintor o poeta capaz de imaginarlo .....”

          Volvió a montar en la mula y continuó viaje. Desde  la cima de la colina siguiente avistaron Elvas, colgada en lo alto de una elevada colina. Al otro lado de un profundo valle, sobre otra colina mayor, contemplan el fuerte de Elvas  que Borrow juzga “el lugar más inexpugnable de Portugal”. Entre la vista de Elvas y su fortificación, a lo lejos, en el fondo del paisaje, asoma Badajoz y mucho más allá los picos montañosos coronados de nubes y brumas de Alburquerque, que Borrow registra como el lugar más elevado de la Extremadura española.

          “.... Nos adentramos en terreno cultivado y, siguiendo e la ruta que se quiebra entre hileras de setos, llegamos a un paraje  donde el terreno, gradualmente se convierte en pendiente. Aquí, a la derecha, empieza el acueducto que abastece la ciudad que se encuentra al otro lado de la colina. En este punto, apenas alcanza los dos pies de altura, pero al descender se torna mas y más alto, y sus proporciones cada vez más colosales. Cerca del fondo del valle, gira a la izquierda, atravesando el camino, que a través de uno de sus arcos. Me di cuenta, al pasar  por debajo, que el agua que conduce se encuentra a unos cien pies sobre mi cabeza y me  asombré de la enormidad de la estructura que la portaba....
         
          El agua no era conducida a través de un arco sencillo, como los del Acueducto de Lisboa, sino por tres filas de arcos diferentes, levantados unos sobre otros.....”[42]

          Entran en Elvas por una de sus puertas, realizando en la aduana los trámites obligados, que según Borrow, en esta frontera son  más exigentes que en otras. Precisa un visado que obtiene  de los oficiales que guardan el puesto fronterizo, dirigiéndose posteriormente a la hostería, no muy lejos de la puerta de entrada, establecimiento que le habían recomendado en Vendas Novas, regentado por  Joze Rosado, el lugar más reputado de toda ciudad, que Borrow  juzga inferior a los de Inglaterra.

          Empujado por el frío, se refugia en la cocina al calor del fuego. Sentada próxima a la chimenea, una anciana tranquila con un cabello que comenzaba a volverse gris. Borrow entabla conversación y, observando su pelo, le pregunta su edad. La anciana le contesta que es más vieja que su madre y que su abuela: Tiene cien años[43].
         
          Recuerda la anciana el terremoto que sufrió Portugal y del que hemos dado cuenta, según el relato de Pingré: “... Sí –contestó-  si exista una experiencia en mi vida que pueda recordar, es precisamente esa. En ese momento me encontraba en la iglesia de Elvas, oyendo la misa del rey y el cura, dejando caer la Hostia, cayó al suelo. Siempre recordaré como tembló la tierra y las casa se bamboleaban como borrachos. De eso hace mucho tiempo.....”
         
          La anciana contaba ciento diez años y  la tenían por la persona más vieja de Portugal. Era pariente de los dueños del establecimiento.

          La estancia se va llenando de gente, al calor del fuego que arde en la chimenea. El hostelero, hombre amable que había servido en la Armada Británica, preside esta especie de tertulia, en la que también se encuentran el oficial que guarda la frontera y otro más joven , que en un momento de las discusión tacha a los ingleses de egoístas, discutiendo con  Borrow llegando a asegurar que “el fuerte de Elvas y, aún más, el Castillo  de Badajoz, a orillas   del Guadiana, pueden hablar largo y tendido del egoísmo de los ingleses”[44]

JORNADA XI

Almeida es un comerciante totalmente desafecto al sistema papel y promete ayudar a Borrow en distribución de Biblias en Elvas. Precisamente un individuo del mismo nombre, fue el encargado de hacer circular la primera versión protestante de las Sagradas Escrituras en Portugal, en el año 1.712.

Una vez hubo arreglado sus asuntos profesionales, Borrow se dedica a recorrer los alrededores de Elvas, con su mirada de eterno viajero, fijando en la memoria detalles que, por la noche transcribe en sus libretas. La parte baja de la ciudad, repleta de encinas, proporcionan al lugar una singular apariencia, con su pequeño riachuelo al fondo que Borrow atraviesa sirviéndose de las pasaderas.

          Llegó hasta el fuerte pero, al intentar penetrar en él, un  soldado le salió al paso, expresándole que en su condición de extranjero, no le estaba permitido el acceso.
         
          Desde la ladera oriental, contempla Badajoz en la lejanía. Elvas se presenta como un modelo de fortificación, bien guarnecida, con una poderosa defensa ante ataques del exterior; pero tiene un punto débil: el lado oeste está dominado por una colina, desde la cual, un general experimentado, podría cañonearla sin esfuerzo. Elvas representa la última ciudad a este lado de Portugal. La distancia a Badajoz son  dos leguas escasas . Indudablemente,  se alza en rivalidad con  Badajoz, ciudad que contempla desde sus alturas, a las orillas  del Guadiana.

A  PROPÓSITO DE BORROW Y OTROS VIAJEROS

          Llegados a este punto de nuestros relato, en el que Borrow se encuentra a punto de cruzar la frontera con  rumbo a Badajoz, creemos interesante destacar algunos rasgos de la obra de Borrow,  tomando como referencia los escritos de otros viajeros coincidentes en la ruta.
         
          En su origen, la moda del "gran viaje" - ya citado en otros pasajes de estos comentarios- surge como una consecuencia del movimiento ilustrado que a lo largo del siglo XVIII se desarrolla en  Europa, con una vuelta a la cultura clásica, al pensamiento filosófico y "tener como pautas ideas de modernidad y progreso".

          Ni que decir tiene que esta corriente de ilustrados, encuentra sus principales cultivadores en las clases acomodadas. En las clases bajas no puede existir  ilustración cuando el índice de analfabetismo es enorme y, en regiones como el Alemtejo o la Extremadura española mucho más, en la época de los ilustrados (S.XVIII) y en la del viaje de George Borrow (1.835).

          Este gran viaje de los ilustrados (principalmente ingleses y franceses), implicaba un destino obligado a  las  cunas  del clasicismo :  Italia y Grecia, incluyendo en la ruta España (uno de los países más interesantes  para los viajeros de la Ilustración)[45]. Portugal, paso indispensable para muchos de ellos al hacer su entrada en España, o punto de partido para el continente americano, como Teophile Gautier, que recorrió el Caribe y dejó constancia en sus escritos.

Joseph Baretti autor de “A Journey from London to Genoa through England, Portugal, Spain and France”, nació en Italia (Turin). Viaja a Londres donde se establece definitivamente, dedicándose a la enseñanza de la lengua italiana. Su obra, conocida popularmente como las "cartas de Baretti), está redactada en inglés. Su cultura clásica es amplia, gozando de relaciones de alto nivel, ya que Baretti pertenece al círculo del Dr. Samuel Johnson. Su punto crítico ,siempre tiene como referencia el progreso de otras naciones para compararlo con la pobreza de Portugal y España en esa época, expresándose en términos de los que podemos deducir, sin lugar a dudas que, según Baretti, los graves problemas de atraso social, subdesarrollo e incuria que afectan a España y Portugal en el XVIII, no existen ni en Francia ni en Inglaterra, objeto de sus constantes comparaciones. Esta argumentación, totalmente falsa, no resiste el más mínimo análisis.: En primer lugar porque, cada vez que comparaba las regiones deprimidas de Portugal o España, siempre toma como referencia las grandes urbes (París, Londres...), que no nos sirven cuando critica los alojamientos de Elvas o la fonda de Talavera.

          Borrow pertenece a una clase media, obligado a ganarse la vida desde los veintiún años, al fallecer su padre. Entre Borrow y Baretti existe un largo periodo de tiempo- casi un siglo- pero el Portugal que ambos recorren, apenas si ha cambiado.  La cultura de Borrow se basa en un conocimiento práctico  de los pueblos y gentes que conoce, llegando a tener un nivel similar al de los ilustrados, pero ha tocado y sentido el problema de las gentes, tanto en los salones como en los campamentos . Baretti nos ofrece un retrato estético y subjetivo, desde el prisma de un incipiente diletantismo; Borrow una pintura viva, realista y preocupada, si bien es cierto que esta visión de conjunto solamente podremos apreciarla conociendo el relato de forma completa. Baretti se preocupa de la comparación de culturas y pueblos; Borrow reflexiona sobre sus modos de vida, los lugares , los lugares en que viven y cuanto pagan por los bienes de primera necesidad, además de cierto toque de exposición de problemas sociales y un fundamento  histórico de los hechos que conforman el Alemtejo. La religión y el motivo de su viaje (la introducción de la Biblia protestante en Portugal y España), dentro del contexto de la obra, son solamente un elemento más. Los  pasajes de tema religioso, están dosificados, colocados en un segundo plano y sostenidos por inteligentes y respetuosas argumentaciones. Borrow es un viajero honesto que cuenta lo que vive y siente.

          Menos honrado nos parece otro viajero famoso, el ya citado  Alexandre de Laborde que en su obra “Viaje por España” utiliza escritores mercenarios, ofreciéndonos descripciones de lugares que nunca visitó, en parte debido a la monumentalidad de la obra encargada y, a nuestro juicio, nos parece más interesante la parte gráfica (un soberbia colección de grabados) .

          Así mismo, la fiebre por los libros de viajes desatada en el siglo de la Ilustración, empuja a las más famosas editoriales a la comercialización de los itinerarios de viajes. La Editorial Inglesa Murray, que imprime las populares “guías”, envía   al escritor Richard Ford a una serie de viajes por  España y Portugal, que nos brinda en sus obras unos textos repletos de itinerarios, costumbres y datos prácticos para futuros viajeros[46].

          T. M Hughes, viajero por España y Portugal en 1.846 es uno de los pocos escritores que puede afrontar el reto de Borrow. Existe una razón a nuestro juicio que une a ambos autores. Hughes es diplomático; igual que Borrow, la permanencia en ambos países es larga. Por eso ,el relato de Hughes en las obras “Un  viaje a Lisboa” y “Revelaciones de España”, gozan de un certero juicio  y los cuadros presentados son mucho más objetivos (“Una palabra escrita en el sitio que se visita, tiene más valor que  treinta escritas después”) .

          Otro punto de encuentro entre Hughes y Borrow  se centra en el interés que siente los dos por la cultura gitana, trabando conocimiento con gitanos de Badajoz, esbozando un acercamiento a su vida y costumbres. Hughes entra en Portugal por el mismo sitio  que utiliza Borrow para penetrar en España: Elvas, conducido por un carrero que ha conseguido en la Fonda de las Tres Naciones[47], después de abonarle treinta y cinco dólares por el servicio.

          Josiah Conder[48], Bourgoing,  Charles Beaufoy, [49]S. Cook [50], en sus rutas por Portugal y España, nos han legado importantes relatos quizá objetos de estudio en otra ocasión.

          Sin embargo, antes de proseguir con el itinerario de Borrow, nos gustaría ofrecer alguna líneas de Hughes  sobre la ciudad de Elvas: “.... Elvas puede contemplarse desde una distancia de dos leguas, sobre su colina, similar en su emplazamiento a Lisboa, con su iglesia de peculiar silueta y sus casas encaladas, como en Badajoz. Unas lindas casas de campo, a la derecha, y la finca e instalaciones de un gran propietario, que en este momento tiene una pareja de mulas dedicadas a la labranza. La labranza, que aquí se hace con mulas, en algunas partes de Portugal la realizan bueyes. Cruzamos entre olivos hasta las murallas de Elvas, por una ridícula carretera , que se extiende durante una milla en las afueras de la ciudad, con un antiquísimo pavimento, bacheado y quebrado de tal manera, que es mucho mejor evitarlo...... El exceso de fortificación  de la ciudad tiene la apariencia de  ser una gran demostración contra España . Estos trabajos se completaron hace unos tres años cuando la Reina realizó su proyecto de mejoras en el Alemtejo.....”

Casualmente,  Hughes se alojó en el mismo establecimiento que Borrow, cuya obra conocía y califica de novela : “...... La fonda o Estalagem en el  que nos detuvimos, se encuentra justamente en el interior de la Puerta de Badajoz, casi enfrente de la garita de vigilancia, y a pesar de ser un alojamiento inferior a la peor cervecería inglesa[51], es el mejor acomodo de la ciudad. Está al cargo de José Rosada, y es el mismo donde se alojó Borrow, y donde se desarrolla la escena de su novela cuando se reúne con la anciana que tenía mas de treinta años durante el terremoto de Lisboa.....”[52]


Hughes no es favorable a Borrow al que califica de descuidado en la ortografía (llama “acaia” al río Caya) y de escribir tonterías sobre los ingleses, principalmente cuando se refiere al tratado comercial entre portugueses e ingleses, obligándose estos últimos beber los bastos y apestosos vinos de Portugal , que ningún otro país se atreve a tomar.

Evidentemente, nos encontramos ante una obra interesante pero parcial, con algún dato curioso  y que nos acerca a la realidad de Elvas en ese tiempo. Cerca de la mesa donde Hughes se encuentra comiendo, se encuentran un grupo de políticos locales  comentando que, en las próximas elecciones, los resultados le iban a ser adversos en todo Portugal, pero en Elvas, debido a su gran influencia y poder, tenían la mayoría asegurada.[53]

JORNADA XII

          Como ningún asunto de interés retiene a Borrow en Elvas, se decide a cruzar la frontera y penetrar en España. Quizá en la mente  lleve el recuerdo de alguna de las cartas de Baretti, en la que narra su visita a Elvas, permaneciendo en  una fonda en la que tiene lugar una pequeña fiesta: Gitanos españoles procedentes de Badajoz,  donde se celebraban sus fiestas mayores, organizaron el baile del “fandango” y otras pieza flamencas con cante y guitarra, pasando una noche que hizo las delicias del ilustrado.
 A principios del mes de Enero, a lomos de su mula y en solitario ( su guía regresaba a Aldea Gallega, retoma el camino hacia Badajoz, observando el río Caya,  Las primeras palabras que Borrow escucha en español. Las pronuncia un mendigo borracho, que implora caridad al lado del camino: “O señor caballero, que me de usted una limosna por amor de Dios para comprarme un traguillo de vino tinto.
Contemplando el fronterizo río, Borrow se da cuenta que está en España y, como su héroe, Gil Blas de Santillana, al grito interior de “Santiago y cierra España”, prosigue viaje. Badajoz está a la vista, a poco más de media legua; girando a la izquierda enfiló el puente de “muchos arcos sobre el Guadiana”. Cruza el puente, penetrando por la puerta norte, donde repara en los habitantes de Badajoz, muchos de ellos luciendo un sombrero de copa alta, parecido al andaluz. La puerta defendida  por guardias ,sirve de punto aduanero e inspección de equipajes[54]

Los aduaneros y, en perfecto inglés [55]atienden a Borrow  que dirige sus pasos a la ya mencionada Fonda de las Tres Naciones.

Es aquí en Badajoz donde Borrow conoce a los gitanos españoles (los Zincali), hablará con ellos en caló y,  a su regreso a Inglaterra escribirá “The Zincali”

El paso de Borrow por Badajoz es fugaz y, acaso otros autores detengan un poco más su mirada y su pluma en esta ciudad. Borrow tiene prisa por llegar a Madrid, donde le aguardan otros asombros y aventuras ( Borrow es un escritor descriptivo por su capacidad de asombro). No obstante ,los recuerdos del Alemtejo recorrido van recogido en su cuaderno y  sus pasos en esta región de Portugal, fueron el prólogo adecuado  para un viaje singular y perdurable.


[1] En 1.835, George Borrow penetra dos veces en Portugal. En su segundo viaje, con el permiso de la Sociedad Bíblica para difundir la Biblia en España, cruza el Alemtejo en dirección a Elvas, tomando Badajoz como puerta de entrada al reino de España.
[2] Entendemos que Borrow utiliza sus conocimientos y amor por la raza gitana para realizar su labor evangelizadora de una manera muchos más eficaz.
[3] En esa época se consideraba herejes a los ingleses anglicanos y era extremadamente difícil publicar y distribuir un texto evangélico anglicano. De ahí la decisión de la Sociedad Bíblica o del propio Borrow de publicar la obra sin notas o cualquier otro comentario que pudiera ser considerado no ortodoxo.
[4] En el Alemtejo también se le conocía como “Don Xursinho”
[5] The Bible in Spain
[6] Retrato debido a la pluma de Manuel Azaña, prologuista de “The Bible in Spain”, probablemente siguiendo una pintura de la época.
[7] M. Breton, “España y Portugal según los hábitos, tradiciones y costumbres de los habitantes de estos Reinos." Librería de A. Nepven, París, 1.815. 6 Tomo.
[8] Joseph Baretti “Journey from London to Genoa through England, Portugal, Spain and France”, volúmen II. Impresa en Londres, 1.770, por T.Davies en Russell Street, Covent Garden, y L.Davies en Holborn. Ejemplar distribuido en España por la librería de Pascual de Gayangos.
[9] Alexandre Louis Pingré “Voyage à Rodrigue 1.761-1762”



[10] En la orilla izquierda del Tajo, frente a Lisboa, se encuentran las villas de Almada, Barreiro, Aldeia Gallega y Seixal, además del caserío de Trafaria, habitado por pescadores. El punto de embarque para comenzar viajes por el interior se centra en Aldea Gallega.
[11] Borrow se refiere a la marcha militar que interpretaban los partidarios de D. Miguel (miguelistas) que disputaba el trono a D. Pedro de Portugal. Durante su viaje por el Alemtejo, Borrow va a tropezar con vestigios de estas luchas
[12] Tanto en las posadas portuguesas como españolas, los mozos de mulas acostumbraban a dormir en la cuadra con las bestias. A veces, la llegada de arrieros y sus  bestias se producía a media noche, con el consiguiente ruido y molestia para los viajeros alojados en la planta superior.
[13] Según las antiguas crónicas (año 1.141), Vendas Velhas se incluía en el conjunto de aldeas formado por Vila Cova, Ranha, Rebordaos, Quinta, Medancelhe, Casal, Lourinha,  Triana, Portela, Areosa, Pinheiro, Gesta, Brasoleiro, Forno, Santegaos, Carreiros, Sevilhaes, Perlinhas, Ferraria, Vendas Velhas, Vendas Novas, Cavada Nova, Sao Sebastao, Vale de Flores, Sotuelo, Medalho, Amial y Mosteiro.
[14] El bandolerismo, sobre todo en las regiones fronterizas, a mediados del siglo XIX,  era un problema común a España y Portugal, debido principalmente  a la situación sociopolítica que padecían los dos países. La mayoría de los recursos agrícolas y ganaderos se encontraban en manos de terratenientes y la clase media baja pasaba hambre. El pillaje en los caminos crecía y los migueletes españoles o las patrullas portuguesas,  eran incapaces de reducir a las cuadrillas de bandoleros que, en ocasiones gozaban del favor y protección del pueblo, cruzando la frontera a su antojo. Obra interesante sobre el tema, la del escritor Hernández Girbal, “Historia del Bandolerismo Español”.
[15] Como agente de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, Borrow llevaba en su equipaje ejemplares de Biblias, Testamentos y panfletos de discursos religiosos, que en inglés se denominan “tracts”
[16] Alexandre-Louis Pingré “Voyage a Rodrigue 1.761- 1762”.
[17] Precisa descripción que nos indica que Borrow, al final de la jornada, sacaba tiempo para tomar las correspondientes notas, aunque este extremo no lo confirma en ningún momento.
[18] Luchas entre “Constitucionalistas” y “Miguelistas”
[19] De acuerdo con la historia de Vendas Novas, la población va creciendo potenciada por el camino que la atraviesa. Cuando Borrow pasó por el lugar, era un conjunto de dos o tres casas y una Venta. Vendas Novas vive durante mucho tiempo en el anonimato, prácticamente sin historia, hasta que un día en una charneca casi  desierta se construye un Palacio Real, para que la esposa de D. José I, Príncipe del Brasil, tuviese aquí su morada, así que con el caudal del oro  del Imperio de D.Joao V, pudo construirse esta suntuosa y real residencia, que ha sido utilizada  como cuartel de caballería, posta, telégrafo  en tiempos de la fiebre amarilla. Actualmente se utiliza como Cuartel de Artilleros.
Posteriormente, con la construcción del FFCC, la ciudad de Vendas Novas sufre un acercamiento notable al mercado y a la industria. El 21 de Agosto de 1.911 ve reconocida su importancia como vía de comunicación y, después de varias luchas, consigue crear su propio “concelho”, independizándose del de Montemor-O – Novo. Como fruto del trabajo de sus gentes, Vendas Novas es elevada a la categoría de ciudad en 1.993.
[20] Richard Ford, escritor inglés comisionado por la famosa Editorial Británica “Guías Murray” para viajar por España y  publicar sus itinerarios. “Gathering Spain” y “Viaje por España”, son dos de sus más conocidas obras.
[21] Alexandre Laborde, Conde de, publicó en 1.808, por encargo de Napoleón Bonaparte el famoso “Viaje por España”. Laborde no escribió en solitario la monumental obra sino.Contó con colaboradores. A veces copió textos íntegros, circunstancia que nos inclina a suponer que no visitó personalmente algunos  lugares que describe. Mucho más auténtico, el “Viaje” de Danvilliers, que viajó acompañado  del genial dibujante, Gustavo Doré,  que captó magistralmente tipos y costumbres.
[22] El autor utiliza la palabra “faubourg” que significa distrito, denominación que en esta descripción no tiene lugar.
[23] Borrow emplea exactamente la palabra “otter”, que en inglés significa “nutria”. Nos inclinamos a pensar que lo que llevaba el pastor podría ser un “turón” o “topino”, habitante de las riberas.
[24] La fortificación de las ciudades, en esos tiempos de frecuentes luchas internas, era importante. A pesar de encontrarse en pleno Siglo XIX, Borrow conserva en su juicio un cierto toque medieval, debido a que el llamado “arte de la guerra”, no ha sufrido la “renovación del XX” y, fortificar las ciudades todavía se considera un importante medio defensa.
[25] Los viajeros del siglo XIX por tierras de Extremadura y Portugal proporcionan información sobre su abundancia en los montes. En pocos años, el lobo, perseguido con saña y crueldad, pasa a ser casi un recuerdo en estos montes donde ya no hay “manchas de lobos”. Genera el lobo una literatura interesante que, en parte,  condicionó su supervivencia. Ej.:” Tratado de la caza de los lobos y zorras, y medios más seguros de exterminarlos”. - Madrid :, 1829, 45 p. ; 15 cm. Imprenta Miguel de Burgos. “Las cacerías de lobos : combates y aventuras terribles “ por Emilio Mozo de Rosales. - Madrid : Librería de Escribano y Echevarría, 1889 , 325, [2] p. ; 19 cm.

[26] Estos contrabandistas traficaban con hierro viejo que revendían en España
[27] Como se verá en  el relato que sigue, la buenas gentes del Alemtejo, acostumbraban a llevar toda clase de amuletos que les libraran no solamente de los bandidos, sino también de espectros, brujas y otras visiones del más allá.
[28]En este juicio, Borrow no es parcial, debido probablemente a su sentido religioso de anglicano tradicional , siendo Volney un pensador liberal y adelantado a su tiempo: CONSTANTIN FRANÇOIS CHASSEBUF, CONDE DE VOLNEY (1757-1820),  nació en Craon (Maine-et-Loira) ,en el seno de una familia acomodada. Pasó cuatro años en Egipto y Siria, publicando  " Viaje a  Egi
e aparecidos y “cuentos de lobos”, en la noche, a la luz de la hoguera.
[30] Del relato de Alexadre-Louis Pingré en su obra “Voyage à Rodrigue” (1.761)
[31] El primer destino de George Borrow como agente de la Sociedad Bíblica Británica, fue Rusia, donde realizó también una importante labor de traducción.
[32] Moneda portuguesa,  con un valor aproximado de seis dólares y medio.
[33] Ver Joseph Baretti “Letters. A Journey from London to Genoa through England, Portugal and Spain” (1.760)
[34] Richard Ford, “Guide for Travellers in Spain” ( 1.882)
[35] Borrow, en su itinerario por el Alemtejo, pernocta en “estalagems” y “vendas”. Habitualmente consigue la repostería en el establecimiento, acordando con el ventero que, en algunas ocasiones, manda comprar los alimentos. Otras veces, la misma “venda” ofrece sus especialidades como el popular plato de conejo del “estalagem de los ladroes” en Pegoens.
[36] Arroyolos, algunos años después, exactamente en 1.872, fue incluido en la obra de James Ferguson  “Rude Stone Monuments in all countries. Their Ages and Uses”, publicada por John Murray en Londres. En Arroyolos se encuentra un dolmen que  Borrow visita  y describe.
[37] El cólera, la difteria y las fiebres malignas de todo tipo, debido a la mala higiene y las aguas fecales o contaminadas, eran azotes mortales en la segunda mitad del siglo XIX, principalmente en las zonas aisladas y con pocos recursos de infraestructura. Estas enfermedades, extendieron su sombra hasta bien entrado el siglo XX. En los meses de Julio y Agosto (por Santiago), el Alemtejo  y la Extremadura española, veían diezmadas su población infantil. En el resto de Europa ocurría  exactamente igual. Las enfermedades de este tipo  llegaron hasta la frontera de los “tiempos modernos”, tal como describe Alexandre. J. Cronin en su novela “The Citadel”.
[38] Los primeros moradores de esta región fueron los druidas. Algunos restos de sus sacros lugares , concretamente, el dolmen de Arroyolos, en 1.835, se conservaba en  muy buen estado, circunstancia que explica los juicios favorables de Borrow.
[39] Con respecto a la conservación de las ruinas, el juicio de Borrow coincide con otras voces autorizadas que también se preguntan por qué los monumentos religiosos de druidas o celtas, se  conservan mejor que los de los romanos. Tomemos como ejemplo el dolmen de Arroyolos y las murallas de Monte Moro parcialmente derruidas y que Borrow describe: Las edificaciones de los druidas tienen un carácter religioso o mágico; la mayor parte de ellas se levantan en medio de bosques o lugares apartados donde tenían lugar sus ceremonia y ritos; rara vez eran atacados o arrasados por el enemigo, a no ser que quisieran causar con el ataque un efecto desmoralizador. Sin embargo las fortificaciones, de carácter  defensivo, tenía la llave de la plaza a conquistar. A pesar del aspecto inexpugnable de las murallas, era relativamente fácil derrumbarlas por medio de un sistema que ya se conocía en la época de los romanos y que pasó posteriormente a las guerras de la Edad Media. Se introducía leña en  los intersticios de la piedra, en la base de la muralla; posteriormente se prendía fuego, causando el derrumbe de la misma.
[40] Por el momento se ignora donde y cuando aprendió Borrow el español. Este es su primer viaje a España, donde va a permanecer cuatro años, viajando por todas las provincias, fijando su cuartel general en Madrid. Muchos historiadores y antropólogos afirman que, su viaje por Portugal  y España, desde el primer momento dio muestras de conocimiento bastante holgado de ambas lenguas. Su primer viaje por cuenta de la Sociedad Bíblica, fue Rusia donde colaboró en una traducción de la Biblia al Manchú, merced a unos rudimentos que había adquirido en poco tiempo.
[41] Al igual que las grandes familias europeas, los españoles acomodados pagaban a sus hijos, al menos una vez en la vida lo que se ha dado en llamar “el Gran Viaje” (“Le Grand Tour”), una asignatura obligada en su educación.
[42] Al igual que otros viajeros, Borrow destaca y admira las huellas  de romanos y árabes. No obstante el relato de Borrow, presta una atención al detalle humano y otros asuntos de índole menor como el precio de los hospedajes, la arquitectura doméstica, las comidas o los tipos del camino que no se encuentra en los escritos de sus predecesores. Lógica la admiración que el acueducto de Amoreira causa en el  viajero que, en 1.835, acaba de atravesar el Alemtejo.
[43] Borrow se extraña del cabello de la anciana (apenas gris) comparándolo con el suyo, completamente blanco,  a pesar de  sus treinta años.
[44] La visita de Borrow al Alemtejo  tiene lugar  en una época en que el recuerdo de las pasadas guerras que azotaron a Portugal y España, todavía suscitan fuertes controversias a nivel popular y la frontera, significa algo más que una palabra en el corazón de estas gentes, vecinos al fin y al cabo. En Badajoz, concretamente en la Plaza Alta, durante los periodos de paz relativa que se sucedían entre batalla y batalla, cuentan los viajeros de XVIII, que se “daban la mano diferentes pueblos en aras de un comercio común”. La plaza, bajo el Arco del Peso del Colodrazgo, reunía a portugueses, franceses  y españoles, dibujando un cuadro de trazo único. (Según el relato del Capitán S. Cook, de la Armada Británica)

[45] Consultar la obra de Gaspar Gómez de la Serna ,"Los Viajeros de la Ilustración", publicada por Alianza Editorial.
[46] Richard Ford “Guía de bolsillo para viajeros por España”, “Recuerdos de España” (firmada con el seudónimo John Murray,
[47] En esta popular fonda de Badajoz se hospedó Mariano José de Larra, que visitó la ciudad en su viaje hacia Mérida  (“Demasiadas naciones para tan poca fonda”, escribió después).
[48] Josiah Conder “Viaje por España”
[49] Charles Beaufoy  “Diario de una silla de postas (1.846)
[50] S. Cook, Capitán “Apuntes de España durante los años 1.829 –30-31 y 32” (Capitán de la Royal Navy y miembro de la Sociedad Geográfica
[51] Existía en Inglaterra un tipo de alojamiento denominado “ale- house”, de muy baja categoría, donde se servía cerveza y disponía de camas.
[52] T.M Hughes “Un viaje a Lisboa en 1.846”
[53]T.M Hughes “Un viaje a Lisboa en 1.846”

[54] William Beckford en su obra “Un Inglés en la España de Godoy”, no ofrece un retrato triste de los aduaneros  y de la primera impresión de los habitantes de Badajoz. Beckford venía expulsado de Inglaterra por su vida licenciosa
[55] Destacamos este suceso notable y raro para la época