Buscar este blog

Seguidores

lunes, 18 de julio de 2016

LET IT BE IN SUMMER. DEJAD QUE LA MUSICA SUENES. Concierto en la Terraza del López de Ayala (Badajoz)



LET IT BE IN SUMMER. DEJAD QUE SUENE LA MÚSICA

El pasado 15 de Julio la Terraza del Teatro López de Ayala de Badajoz fue el escenario del último concierto del Grupo Musical “Let it be”. Comandado por el músico extremeño  José Luis Arroyo, el conjunto ofreció un extenso recital de temas ingleses desde la órbita del cuarteto “The Beatles”, sin lugar a dudas la formación que más ha influido en la música pop universal . Y decimos desde la órbita porque esa noche también sonaron temas de “Queen”, Gerry Rafferty o Led Zeppelin, en una acertada selección de temas, combinando números conocidos y otras piezas maestras que han quedado algo más ocultas en los surcos del vinilo.
Conciertos como éste no suelen prodigarse y menos en Badajoz, principalmente, por la dificultad que supone la presencia en el stage de tan elevado número de músicos, más de 30, agrupados en diferentes secciones: cuerda, viento , percusión y coros (sopranos, contraltos y tenores) además de correspondiente utilería escénica de luces , sonido y demás efectos y la participación de un pequeño coro infantil presente en varias partes del espectáculo.
José Luis Arroyo hace arreglos vocales y dirige no con batuta sino con su guitarra , con acordes y arpegios que sonaron de manera mágica en la calurosa noche pacense.

Destacamos la intervención de los cantantes solistas en temas desde la fuerza y el vigor de los temas de los músicos de Liverpool a las cadencias medievales de “Scarbourough Fair “ que en su simple verso, casi trabalenguas infantil, nos lleva lejanos pueblos y mercados en una reminiscencia musical de la Corte de Enrique VIII.
Grandes instrumentistas dejaron su huella, desde los vientos a los percusionistas y  coros, respaldo imprescindible si se quiere vestir de gala estos temas.

En el escenario , los músicos lo estaban pasando bien y el hecho transcendía al auditorio que abarrotaba la Terraza .

Esperamos que, a pesar del trabajo y esfuerzo que cuesta montar este tipo conciertos, pronto volvamos a tener la ocasión de disfrutar de otra noche como ésta, de las que se llevan subrayadas en la agenda de los recuerdos.








miércoles, 1 de junio de 2016

Derribo del Cubo de Biblioteconomía

El próximo 26 de junio de este año comenzará el derribo del Cubo construido en la Alcazaba para uso de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Extremadura. 
Será una fecha histórica al cumplirse una setencia legal ("Así es, si así os parece" que escribiría Pirandello) y que representa un gasto inútil, un despropósito y una falta de reconocimiento a la Universidad que apostó, de manera arriesgada, por una renovación del Barrio Alto , sumido en la desidia y la mugre y que además, se había  convertido en un entorno peligroso.
El esfuerzo dio  sus frutos y  se realizó por los estudiantes llevando  vida y color a unos lugares que los pacenses habían dejado de visitar.
Se enarboló la bandera del patrimonio - a veces  las banderas  separan más que unen- y con un empecinamiento digno de  mejores empeños, se llegó a esta situación actual, a esa imagen de profesores arrastrando cajas de cartón como si les hubiera poseído el síndrome de Diógenes. ¿Qué gana Badajoz con ello? ¿El honor de D. Rodrigo en la horca? Más bien recordamos la tozudez del Paso Honroso de D.Suero de Quiñones.  O la descolocación histórica de los últimos de Filipinas, casos en lo que todo es cierto, legal  pero que en su observación externa tiene un áurea de dislate  como para caer de un burro.
Se cumplirá la ley ¿y qué? .Éso no pagará el cuantioso daño que va a sufrir la ciudad de Badajoz y el argumento de que hay que buscar culpables y otras zarandajas  no va a solucionar nada ni ahora ni en el futuro remoto. A pagar el pato los ciudadanos todos. Oníricamente hablando alguna vez escribí que ése  gasto debería ser asumido, mediante impuesto especial por quienes tuvieron responsabilidad de los hechos, si hubo vicio en ello y (voluntariamente y en masa) por quienes se declaran a favor del derribo, muchos de los cuales hacia años que no paseaban por la Alcazaba bajo la luna flamenca.
Quienes quieran velar por Badajoz tienen mucho campo de acción, muchos problemas que apuntar en la agenda. No solo de patrimonio vive el ciudadano; el hombre debe integrarse en el paisaje, hacerlo accesible, las culturas , solaparse ir sumando, no restando como hace siempre un conservacionismo integrista. Si un escalón impide que una silla de ruedas acceda al interior de un edificio histórico y no hay otra solución, habrá que romperlo, cortar igual que Alejandro Magno deshizo de un tajo el nudo Gordiano. Además el Cubo solo rompe el horizonte . Y los ojos se acostumbran a todo. Igual que la pirámide del Louvre.

domingo, 22 de mayo de 2016

Primera película filmada en Badajoz



EL CINE EN BADAJOZ. LOS PIONEROS DEL SILENCIO. NOTICIA DE PITUSÍN.

 Europa todavía se agita en la Gran Guerra y España sufre los coletazos indirectos de la contienda. Badajoz disfruta de ese regusto provinciano y encantador que hace apacible la vida,  a tempo lento.

El invento de los hermanos Lumière (singular  máquina de coser que se convirtió en filmadora y proyector de imágenes en movimiento) comenzaba a dejar de ser  mera curiosidad en las salas de proyección.

En 1917, Badajoz tiene  noticias claras del cinematógrafo.

A principios del siglo XX, dos extremeños, el fotógrafo Fernando Garrorena y   el catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza, Eduardo Morán, filman en Badajoz el primer documental:”La salida de Misa de Jueves Santo”, con una cámara  que  Eduardo Morán había adquirido en París a los hermanos Lumière, durante un viaje realizado en 1900. El documental se proyecta en sesión pública en el Ateneo de Badajoz y en una sociedad artística ubicada en la calle Moratinos. Siguieron otras producciones  similares en diversos locales de la capital.

Avanzado el siglo, el Teatro López de Ayala se adapta como sala de cinematógrafo, pero el primer local construido expresamente para exhibiciones  de películas, sería el Salón Cinema Royalty, local que  años más tarde tomaría el nombre de  Cinema España[1]

El cinematógrafo, como espectáculo popular,  va creciendo  en Badajoz mientras Pitusín, todavía Alfredito Hurtado, recorre las calles del Barrio Alto acompañado de sus padres pues  la familia pasa   largas temporadas  en la casa de la calle Bravo Murillo, donde  viven sus tíos[2] y primos que permanecieron siempre en Badajoz, circunstancia  importante   en la comunicación estrecha y sentimental entre Alfredo Hurtado y  Extremadura.

Alfredo Hurtado Pitusín nace en Madrid. Su padre, Antonio Hurtado es cacereño. Casó con Prudencia Franco, natural de Badajoz y tuvieron tres hijos, Carmen Carlos y Alfredo. Carlos  se licenciaría en  veterinaria, ejerciendo durante muchos años en la localidad de Oliva de Mérida (Badajoz)

El estado de salud de la madre de Pitusín –padece alergias- condiciona la venida del matrimonio a Badajoz, instalándose  en  una típica casa de la calle de  San Juan, frente a El Gallo, regentando un comercio de peletería; muy cerca, en la calle Bravo, vive Teresa, hermana de Prudencia. En casa de su tía Teresa pasaría Alfredito muchas temporadas, conviviendo con sus primos, especialmente con Manuel[3]. Tiempo  de juego infantil y recuerdos que jamás se borraron de la memoria de los dos primos; Manuel era un año mayor que Alfredo y los dos  gozaban de un sentido artístico que les unía.

 Manuel se decidió por los estudios de Medicina y fue un médico poeta, escritor sensible y popular en un  Badajoz que comenzaba a sacudirse el polvo provinciano.

Antonio Hurtado, al mismo tiempo que la peletería, explota una  Sala de Linterna Mágica. Antonio  pertenece, en este aspecto, al grupo de  de pioneros del cine en Badajoz. El aparato linterna utilizado en el salón para las proyecciones, todavía se conserva en Salamanca, donde fue llevado por unos parientes de la familia Hurtado.

Cuando nacen Carmen y Carlos y las cosas no  marchan bien y la familia  decide marchar a Madrid en busca de nuevos horizontes.

 Alfredo Hurtado Franco Pitusín viene al mundo en Madrid, el día seis de diciembre de mil novecientos diecisiete, en la calle de San Nicolás,9 ;romántica y cercana, la Plaza de Oriente.

Tres años tenía Alfredo cuando la vida de su padre pasa página de temprana e injusta manera. Prudencia sola y con tres hijos no ve otra salida que mandar a su dos hijos mayores a Badajoz que permanecerán con sus tíos hasta terminar los estudios de bachillerato. Alfredito queda con su madre,  a caballo entre Madrid y Badajoz[4].

El porvenir no se presenta demasiado halagüeño. Los recursos que ha dejado Antonio al morir no son muchos; la situación obliga a Prudencia a trabajar en una peletería cosiendo prendas, actividad que tiene que perfeccionar sobre la marcha. Madrid brinda más oportunidades que Badajoz, pero las dificultades son  muchas.

En el domicilio familiar, la madre acogería como pupila a la popular Malena Nile del Rio (Imperio Argentina), estrella de la pantalla bajo la dirección  de Antonio Martínez  del Castillo (Florián Rey) tal vez por amistad o necesidad  de procurarse recursos en un Madrid en el que la barojiana busca por la vida es moneda de curso


[1]“Badajoz, Cuna del Cine Nacional”. Antonio Béjar Martínez, artículo publicado el 30 de 1.936 en el Diario “HOY, número 1.083.  “Hace 64 años se filmó en Badajoz el primer documental cinematográfico” Luis Silgo Gomero. Diario “HOY”, 1.964. “Inicios del Cine en Badajoz”, Tomás Rabanal Brito, Diario “HOY”, 1.964., “Badajoz peliculero”, Tomás Rabanal Brito, Diario “HOY”, 1.974, “Así se rodó La Guerra  empieza en Cuba”, Diario “HOY”, 1.980
[2] Padres del Dr. Don Manuel Hurtado del  Valle, escritor, miembro de la Asociación de Médicos Escritores, conservador  devocional y emocionado del recuerdo  de su primo artista.
[3] El Dr. Don Manuel Hurtado del Valle.
[4] Conversaciones  con la familia del Dr. Hurtado del Valle.

domingo, 10 de abril de 2016

LA DISCAPACIDAD EN EL CINE Y LA LITERATURA




            LA DISCAPACIDAD EN EL CINE Y LA LITERATURA




Dentro de la brevedad que supone un artículo de sección, nos gustaría dejar al menos un apunte  acerca de la significación (interpretación o recurso) de la figura del discapacitado en medios tan populares como la novela o el cine y dentro de estos apartados, una discapacidad que a través de estos cauces ha proyectado unas sombras góticas y traspasado su imagen a nuestra sociedad, dejando un efecto negativa que aún perdura.
Nos estamos refiriendo a la figura del “jorobado”, palabra injustamente “maldita” y que durante siglos  ha sido la causa del abandono y marginación de las personas con algún tipo de malformación (escoliosis, cifosis) en la columna vertebral.

En gran medida contribuyen- tanto el cine como la novela-  a esta situación de injusticia, ya que desde el primer momento se les  adjudica la categoría de monstruos deformes o siniestros asesinos, relegándoles a los oscuros pasadizos de su particular Castillo de Otranto, los recovecos de Notre Dame o ciudades subterráneas, apartados de la luz, la sociedad y siempre maquinando contra el género humano que representando el “rol” positivo, vencerá indefectiblemente a estos “siniestros personajes”.

Incluso cuando ambos géneros tocan el humor, se cargan las tintas sobre estos caracteres y el lector o espectador acaban riéndose de la grotesca figura  de Marty Feldman (“El Jovencito Frankenstein”) con su joroba unas veces a la derecha, otras  a la izquierda o pasando la lotería por la joroba, reducidos en esta ocasión a la categoría “amuletos de la suerte” y  en tantas y tantas películas, criados graciosos, con inteligencia que ponen al servicio del “amo” y son felices con la felicidad de los protagonistas. Ni siquiera  la literatura del Siglo de Oro escapó a esto recursos fáciles.

Demos gracias (salvando distancias) a Víctor Hugo (Notre Dame), Ramón del Valle Inclán (“Divinas Palabras”, “Luces de Bohemia”) y algunos otro por dejarnos contemplar la discapacidad en la literatura desde otros ángulos socialmente más justos.

Girando en torno a tres autores concretos que, al menos nos brinden una breve pincelada, en primera impresión nos tropezamos con tres autores, diferentes en el fondo y forma: Paul Feval, Víctor Hugo y el tándem Emilio Carrere- Edgar Neville

                                               PAUL FEVAL Y “EL JOROBADO” (ENRIQUE DE LAGARDERE)

En cierta medida, Paul Feval, autor de la novela “El Jorobado”, popularmente conocida como “Enrique de Lagardère”, hace algo de justicia la figura del “corcovado”. Así, el jorobado es un héroe justiciero que lucha por una causa noble: Enrique de Lagardère, hábil espadachín de la Francia del siglo XVI, adopta el disfraz de jorobado decrépito, sagaz y sigiloso como una sombra, con aire entre siniestro y desconcertante. Todo este montaje tiene como fin la venganza de la muerte de su amigo, el noble de Nevers y proteger a su hijo heredero. Con ese fin, el jorobado, urde intrigas palaciegas y, bajo el negro disfraz, que le pone a salvo de cualquier sospecha, lleva a cabo su particular “venganza” estilo “Conde de Montecristo”.

Llevada al cine en numerosas versiones (una de las populares la protagonizada por Jean Marais, mediados los años ’60), “El Jorobado” llegó a ser la novela de capa y espada más famosa de Paul Henry Corentin  Feval (Paul Feval), nacido en 1816 en la región  bretona de Redon . Después de algunos intentos fallidos para ejercer su carrera de derecho, Feval  desemboca plenamente en la actividad literaria en la novela por entregas (los grandes folletines), publicando en La Revue de Paris y Le Courrier Français, especializándose de capa y espada y terror (“El Jorobado”, “El Caballero Fortuna” o “La Ciudad Vampiro”.

El jorobado de Feval es un ser esquivo y siniestro, pero finalmente se convierte en un “héroe de libro”, sin joroba, algo así como el cuento del patito feo- el más feo puede ser el mas hermoso- falsa premisa, cuando para terminar bien la historia, nos vemos obligados a convertir al patito feo en un cisne, siempre partiendo de  cánones estéticos y morales predeterminados por una sociedad que confina al discapacitado al rincón de las tinieblas.

Cosas de la vida, Feval  muere en 1887, aquejado de hemiplejia, acogido por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios

                                             QUASIMODO Y ESMERALDA

La triste historia de Quasimodo, desde el momento de su aparición, en 1831, constituye un éxito inmediato. Posteriormente, el celuloide nos ha ido entregando incontables versiones de la más famosa novela de Víctor Hugo, considerado como el más importante escritor del romanticismo francés, si bien nos parece un género romántico bien cargado de tintes sociales, no solamente en Notre Dame de Paris sino también en “Les Miserables”, en la que Hugo aborda  de lleno el  problema de la injusticia social, siempre presente en su protagonista Jean Valjean, cuestión que le procuró ser incluido  en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia, ejerciendo entonces su labor inquisidora y defensora de “los valores morales”.

Así en Quasimodo, un jorobado deforme, Víctor Hugo conscientemente, le relega al único sitio en el que la sociedad de aquella época le permitía vivir: las laberínticas estancias y campanario de Notre- Dame.

Quasimodo ve pasar la vida desde  la gran torre, mientras el pueblo se aparta de su presencia. Enamorado de la gitana Esmeralda, muere con ella, después de una serie de episodios y terribles persecuciones que, en cierto modo no vienen  al caso a la hora de entender que Víctor Hugo presenta al “jorobado” como una persona de excelente corazón, enamorado y capaz de los mayores sacrificios, en un mundo que le margina y ataca.

En esta historia “el jorobado”, muere con su “fealdad” y su bondad, brillando por su sacrificio y afanes. Al mismo tiempo, Hugo retrata un momento de Francia y una situación de marginalidad que aún se daba en sus días.

Más tarde, el cine sería el encargado  de recargar las tintas de la deformidad de Quasimodo para aterrorizar a los espectadores, comenzando por una primera película muda, protagonizada por el actor Lon Chaney (apodado el “hombre de las mil caras” por su  maestría en el disfraz y la caracterización), convirtiendo a Quasimodo en el monstruo de barracón de feria que todos conocemos. Mas ¿es así en la novela de Víctor Hugo?. Una vez más recomendamos la lectura de la obra y olvidarnos de los “encuadres” de Hollywood.

 EMILIO CARRERE Y “LA TORRE DE LOS SIETE JOROBADOS”.

Dando un quiebro a nuestra pequeña aportación, nos tropezamos  con la figura de Emilio Carrere (Madrid 1881-1947), escritor muy popular en su tiempo. Poeta, “bohemio”, actor aficionado y protagonista de un sinnúmero de aventuras galantes, hoy totalmente desconocido  y olvidado por todos a excepción de los expertos en escritores malditos y curiosos como el mismo Carrere, Pedro Luis de Gálvez o Alfonso Vidal y Planas.

Si, personalmente la obra de Carrere puede llegar a interesarnos por varios motivos, en lo referente a sus circunstancias vitales no lo podemos clasificar como “bohemio puro”, debido a su alto puesto en Correos madrileño y los estipendios que percibía por la publicación de sus novelas y cuentos.
´
Conocido en todos los prostíbulos de Madrid, fue un gran conocedor de las miserias y los tiempos difíciles de la gran ciudad (ver su novela “La Cofradía de la Perra Chica”) haciendo desfilar por sus páginas una corte de vagabundos, sablistas y rateros, completado por una horda de escritores mediocres, aprovechados, faranduleros de medio pelo, rameras de baja estofa cantadas incansablemente por Carrere en sus poemas.

Carrere, como la sociedad de su tiempo, creía a pies juntillas que la prostitución era producto del vicio y la lujuria desenfrenada de estas mujeres, no viendo más allá una necesidad social y una miseria enorme.

No es extraño  que en su novela “La Torre de los Siete Jorobados”, Carrere nos introduzca en una Cofradía de Jorobados que habita en los subsuelos de Madrid, conspirando, asesinando y cometiendo toda clase de fechorías, asociándo sus tétricas joroba a los planes más malvados, en un clima de magia y esoterismo del más negro cariz, que trata de desentraña Basilio un hombre de mediana inteligencia, un inspector de policía y un estrafalario personaje, científico que vive en los laberínticos pasadizos de la ciudad sepultada de los jorobados.


Carrere trata a los jorobados de forma discriminatoria, simplista y grafica: joroba igual a maldad y crimen, aunque su pecado de injusticia no le corresponde en exclusiva. La Torre de los Siete Jorobados, publicada en 1924 y que fue un éxito inmediato, no pertenece a un solo autor. En ella también está presente la pluma de Jesús Aragón, escritor contratado por la editora para convertir en novela extensa un breve cuento de Carrere (“Un crimen inverosímil) , publicado en 1922 en La Novela Corta, y en un amasijo de cuartillas, sin orden ni concierto producto así mismo de  Carrere que, desordenado en muchos aspectos, llegaba a no cumplir con  sus compromisos editoriales, obligando al editor a contratar un “negro” para organizar y rehacer  la historia.
El cineasta Edgar Neville llevó a la pantalla en blanco y negro la historia de los jorobados con muchos más aciertos que fallos; película olvidada y que a pesar lo comentado encierro altos valores cinematográfico como una soberbia interpretación del Dr. Sabatini a cargo del actor Guillermo Marín, eficazmente secundado por Antonio Casal e Isabel de Pomés y unos extraordinarios decorados, éxito indudable para la época.

Indudablemente,  nos hacen llegar una imagen negativa, asociada a una discapacidad   siempre  perdida en el horror gótico y la soledad.




  
                                                       José Rabanal Santander