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miércoles, 17 de diciembre de 2008

La crisis que nos rodea

Como un reguero de pólvora, la palabra crisis se extiende por planeta. El vocablo es utilizado para tapar o justificar los que antes ya venía maleado; simplemente no todo el monte es orégano o crisis como prefieran. Crisis se sufre cuando vienen malos tiempos, cuando algo se nos tuerce y nos deja en la cuneta y hay que espabilar para volver a la carretera. Ahora no hay malos tiempos; lo que pasa es que han actuado "los malos de todos los tiempos", los especuladores que después de saquear sus conciencias se dedican a saquear los bolsillos ajenos, con tiempo -esto viene de atrás - nocturnidad y alevosía. Especulan, no generan riqueza y, casi siempre se pasan a la estafa descarada vestida de ingeniería financiera, en el conocimiento y la desfachatez de que cuando el tejemaneje se descubra, lo que se irá por el desagüe del water será el dinero de "otros" y dentro de esos "otros", el de los menos favorecidos, los que trabajan en esos sectores que se van al carajo a la primera de cambio: los más pobres con menos formación y recursos, aumentando las bolsas de pobreza de nuestro pretendido primer mundo, que ya camina con los andrajos de la púrpura. Y en el otro mundo, el de la tercera división de la escala social que nos hemos inventado, la miseria sigue creciendo y se transforma en una descomunal patada en el culo de la justicia social, que tanto nos sirve para presumir en foros internacionales, soflamas politicas y reuniones de amiguetes en el bar de la esquina.
Todos hemos entrado al trapo, incrementando el consumo, el lujo que no podemos pagar y los intentos de subirnos al carro del pelotazo especulativo de Eldorado prometido en operaciones de riesgo conocidas por otros nombres que disimulan el pirateo emboscado. Y nos hemos tragado con papas fritas ese pisete que nos costó un riñón con el que queríamos jugar a ser Rockefeller.
Los estafadores de USA y otros pagos nos han timado hasta donde hemos dejado que lo hagan.
Pero como no hay mal que por bien no venga, con la "crisis" se han cumplido dos de mis sueños.
De joven, leía las novelas de Reyes Huertas, además de los tebeos del Jabato y del Capitán Trueno. Y como las novelas de don Antonio hablaban de propietarios y rentistas, siempre tuve el anhelo de serlo (rentista, vivir de la renta), sueño que se cumplió cuando comprendí que vivía de la "renta de las personas físicas". Ahora con la crisis, he conseguido el segundo: poder prestarle dinero a un banco, cosa que me hacía ilusión...

José Rabanal Santander